viernes, 26 de agosto de 2022

Géricault y el gore


Géricault y el gore

Theodore Géricault

Francia, 1819

Museo: Louvre, París (Francia)

Técnica: Óleo


Estudios de miembros amputados. Dicen que su taller apestaba a muerto.

Escrito por: Miguel Calvo Santos

El niño prodigio (y enfant terrible) del romanticismo francés…

Gericault vivió sólo 32 años, pero en ellos hizo lo que le dio la real gana. Pudo ser un artista millonario y respetado, chupando de la teta del estado, pero prefirió renunciar a ser un “pintor oficial” y plasmó las más impopulares escenas: desde retratos de locos a cagadas del estado francés, como por ejemplo naufragios por culpa de capitanes incompetentes y enchufados.

Géricault estaba a punto de pintar su obra maestra, “La balsa de la Medusa”, gigantesco lienzo que relata el hundimiento de un barco francés sobre las costas de Senegal. El naufragio dio lugar a atroces actos de asesinato e incluso canibalismo entre los supervivientes, hacinados sobre unas tablas a la deriva.

¿Como representar con realismo la escena…? Pues pintando muertos de verdad, con la textura y el color putrefacto de sus carnes.

Gracias a la intervención de un amigo médico, Géricault sacó de la morgue algunos miembros cercenados y los llevó a su taller: Piernas, manos, fragmentos de muslos, cabezas decapitadas…

Cuentan que esos días su taller apestaba a muerto. Incluso construyó una réplica real de la balsa y ahí apiñó los cachos de carne.

Para la posteridad, además de la obra maestra que podemos disfrutar en el Louvre, quedaron estos pequeños cuadros de trozos humanos, que además de ser unos fantásticos estudios anatómicos, representan la quita esencia del memento mori en el arte, además de adelantarse al gore.

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