1888 Laca con una base de óleo sobre tela. 252.5 x 430.5.cm Museo J. Paul Getty, Los Angeles.
James Ensor nació en Ostende, Bélgica, en 1860. Desde muy joven, mostró gran aptitud para el arte y fue alumno de diversos artistas locales, antes de matricularse en 1877 como estudiante de pintura en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas. A partir de 1883, expuso con Los Veinte, aunque su relación con el grupo (que incluia figuras fundamentales como Fernand Khnopff y Théo van Rysselberghe) nunca fue del todo fluida. Su predisposición natural era la del «marginado y, tras la disolución de Los Veinte en 1893, fue aislándose de los demás. Vivió y trabajó durante el resto de su vida en su Ostende natal, donde también murió en 1949
La entrada de Cristo en Bruselas en 1889 es una de las pinturas más relevantes de Ensor. El artista realizó esta obra temprana cuando solo tenía veintiocho años y, tras concluirla, la guardó enrollada hasta 1929, año en que se expuso al público. El tema no era nuevo. Cuatro años antes, Ensor ya había realizado un dibujo de gran formato, montado en una tela y al estilo de Rembrandt, titulado La entrada de Cristo en Jerusalén
La composición también estaba situada en una calle abarrotada de gente y engalanada con estandartes en los que se leían lemas de carácter politico. Montada en un burro, la figura de Cristo (que es el mismo Ensor) se destaca sobre una cegadora exhalación de luz que aparece en el centro del cuadro. En La entrada de Cristo en Bruselas en 1889 no existe una explosión de luz, pero la cabeza del pintor (a la izquierda del cuadro) aparece transfigurada por un halo doble de absurdo tamaño. En ambas obras Ensor se muestra provocativo. No fue un hombre religioso, al contrario, se declaró ateo. Por eso, su recurso a los temas biblicos era metafórico. En esta ocasión, al caracterizarse a si mismo como el salvador del arte belga y la cultura popular también se alinea con las fuerzas sociales y politicas progresistas. Disfrazado de Cristo, Ensor bendice una riada carnavalesca de rostros toscamente enmascarados guiada por dignatarios de los ámbitos militar, eclesial y estatal. La procesión avanza bajo una bandera que porta la frase Fanfares Doctrinaires Toujours Réussies La parte superior del cuadro aparece enmarcada por una pancarta en rojo sangre que incita al progreso social: Vive la Sociale
Una nueva categoría de lo plano
Cuando Ensor pintaba La entrada de
Cristo en Bruselas en 1889 trabajaba en una pequeña habitación de la casa paterna de Ostende que había reconvertido en estudio. Con más de cuatro metros de ancho, la tela era demasiado grande para ese espacio y al pintor le resultaba imposible trabajar en ella e incluso ver la composición en su totalidad. Por eso se vio obligado a pintarla en secciones verticales y a enrollar la parte concluida a medida que iba avanzando. Parece ser que nadie, ni siquiera él mismo, pudo ver adecuadamente la obra hasta que treinta años después la desplegaron para ser expuesta. La prueba visual del infrecuente método de trabajo de Ensor se advierte en que la obra concluida presenta un aplanamiento radical del espacio pictórico. Aunque las personas y los objetos van empequeñeciéndose a medida que se alejan, colectivamente se erigen como bastidores pintados de un teatro. El cuadro fue concebido el mismo año que se realizó otra obra innovadora espacialmente, Café nocturno, de Van Gogh, aunque en este caso el pintor holandés emplea lo que se convertiría en el clásico recurso expresionista de la perspectiva forzada, mientras que Ensor repliega el espacio hacia el interior a partir de los márgenes del cuadro. No volvería a verse nada igual hasta la aparición de los pintores abstractos de la tardia Escuela de París, en concreto Mortensen y Riopelle.
La entrada de Cristo en Jerusalén, 1885.
Lápiz negro y marrón sobre papel montado en una tabla. 206 x 150 cm.
Museo de Bellas Artes. Gante
James Ensor
La vive et Rayonnante : L'entrée du Christ à Jérusalem, 1885
Gand, Museum voor Schone Kunsten
https://www.musee-orsay.fr/es/agenda/exposiciones/presentacion/james-ensor