LOS PARTIDOS POLÍTICOS
DURANTE EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)
Origen, características y base social
El origen de los partidos políticos existentes en
el reinado de Isabel II se puede situar en el Trienio Liberal (1820-1823),
cuando los liberales se dividen en dos facciones: «doceañistas» y
«veinteañistas».
Los «doceañistas», como su nombre indica, son los
defensores del régimen establecido por las Cortes de Cádiz y la Constitución de
1812. Conviene recordar, que dicha constitución fue fruto del consenso entre
liberales y absolutistas moderados, por lo que no estableció un régimen
puramente liberal, sino que presentaba pervivencias del Antiguo Régimen como un
monarca con amplísimos poderes (ejecutivo, legislativo compartido con las
Cortes y judicial administrado en su nombre), por lo que la división de poderes
era sólo relativa, y el mantenimiento de la confesionalidad católica del
Estado, es decir, que la única religión que se podía practicar en público era
la católica y el Estado protegía y concedía privilegios a la Iglesia de dicha
confesión. Dados sus orígenes y principios ideológicos, el «doceañismo» era la
ideología preferida por los clases altas, conformadas por las altas burguesía,
nobleza y clero.
Por su parte, los «veinteañistas» se denominan
así en referencia al año 1820, cuando el pronunciamiento de Riego obligó a
Fernando VII a aceptar un régimen liberal. Sin embargo, este grupo no acepta el
régimen establecido por las Constitución de 1812 al considerar que no era
puramente liberal, dadas las pervivencias del Antiguo Régimen que antes se han
citado. Por tanto, este grupo, más puramente liberal, defiende un monarca con
poderes reducidos al ejecutivo, con una división total de poderes por tanto, y
un estado aconfesional, es decir, en el que la libertad religiosa es total pero
el Estado establece relaciones preferentes con la confesión mayoritaria, la
católica. Por tanto, esta ideología es es más propia de las clases medias, que
pretenden conseguir mayores cuotas de poder político y económico frente a las
clases altas.
Las diferencias entre el Partido Moderado y el Partido Progresista explicadas en función de su base social
Durante la Regencia de María Cristina (1833-1840)
se configuran los dos grandes partidos políticos liberales: el Moderado,
heredero de los antiguos «doceañistas», y el Progresista, heredero de los
antiguos «veinteañistas». Sus diferencias ideológicas son consecuencia de su
diferente base social.
La base social del Partido Moderado eran las
clases altas, al igual que lo era de los «doceañistas». Como consecuencia de
ello, tienen una ideología conservadora, es decir, defienden el mantenimiento
de una situación en la que ellos ocupan el papel predominante. Por tanto,
defienden un régimen en el que el orden y la estabilidad priman sobre la
concesión de derechos a la población y defienden la existencia de una estado
controlado por una figura, el Rey, con amplísimos poderes.
Frente a ellos, el Partido Progresista tiene su
base social en las clases medias, al igual que había sucedido con los
«veinteañistas». Esto hace que su ideología sea progresista-reformista, es
decir, manteniendo las características generales del sistema liberal conseguir
avances políticos y económicos que les beneficien, consiguiendo unas mayores
cuotas de poder político y socioeconómico. Por tanto, para ellos priman los
derechos individuales y sus garantías pero, eso sí, entendiendo que tales
derechos deben ser disfrutados sólo por una porción de la sociedad, la
burguesía (clases altas y medias), nunca por las clases bajas. Evidentemente,
el liberalismo del siglo XIX no es democrático sino un régimen dominado por la
burguesía a través de mecanismos como el sufragio censitario.
Vistas las diferencias generales y su origen,
pasemos a comparar los distintos principios ideológicos de cada partido.
Soberanía
El concepto de soberanía hace referencia a cual
es el origen del poder, es decir, quien elige o a quien representan las
instituciones del Estado. Durante el Antiguo Régimen se hablaba de monarquía
absoluta de derecho divino puesto que se consideraba que el origen del poder de
los monarcas procedía de Dios. Frente a ello, el liberalismo defendió el
concepto de Soberanía Nacional, es decir, que el origen del poder reside en la
Nación, considerada como el conjunto de los ciudadanos, que son personas con
derechos y deberes. Este concepto liberal permitía distinguir dentro de la
población entre ciudadanos con plenos derechos o no y era la justificación del
sufragio censitario.
El concepto de Soberanía Nacional fue adoptado
por el Partido Progresista. Sin embargo, el Partido Moderado que, como ya se ha
indicado, contaba en su seno con las antiguas élites de los estamentos
privilegiados, recelaba de tal concepto, defendiendo por contra la Soberanía
Compartida entre Cortes y Corona, es decir, que el origen del poder estaba en
dos instituciones y no en unos ciudadanos a los que se intenta seguir
manteniendo en buena parte como súbditos.
Sufragio
Ambos partidos políticos comparten la defensa del
sufragio censitario propio del liberalismo. Sin embargo, el Partido Moderado defiende
un sufragio muy censitario, es decir, en el que los requisitos de renta para
poder votar eran muy elevados, para beneficiar a su base social. De esta manera
sólo podrían votar las clases altas.
El Partido Progresista,, por su parte, defiende
un sufragio menos censitario con la intención de que su base social, las clases
medias, pueda ejercer el derecho al voto.
Tanto uno como otro se niegan a que la mayoría social, compuesta por las
clases bajas, participe en la vida política.Derechos individuales
En consonancia con lo que vamos explicando, el
Partido Moderado, defensor del predominio de las clases altas, no es partidario
de conceder muchos derechos a la población, pues desconfía de la mayoría social
para el mantenimiento de su predominio. Por tanto, defienden la limitación de
derechos individuales, ya sea directamente o a través de sus leyes de
desarrollo.
Por el contrario, el Partido Progresista,
defensor de reformas dentro del sistema, defiende los derechos individuales
amplios como un medio de potenciarlas.
Forma de gobierno
Ambos partidos políticos son monárquicos, pero
difieren en el alcance de los poderes del Monarca. Así, el Partido Moderado
defiende una «monarquía moderada», siguiendo la definición establecida en la
Constitución de 1812. Esta monarquía se define como moderada ya que los poderes
del rey son «moderados» o «limitados» de manera muy tenue por una división de
poderes que sólo puede ser calificada de limitada, como veremos.
Por su parte, el Partido Progresista defiende una
«monarquía parlamentaria», es decir, una monarquía cuyos poderes están muy
limitados por un parlamento que es concebido como el máximo representante de la
Soberanía Nacional y, por tanto, ocupa el lugar central en el sistema político.
División de Poderes
Como consecuencia de los anteriormente explicado,
el Partido Moderado defiende un rey con muchos poderes y una división de
poderes sólo relativa, entendiendo ambos elementos como una defensa ante
cualquier cambio , ya sea reformista o revolucionario, del sistema. Así, los
moderados defienden un rey que tiene el poder ejecutivo, que controla el
legislativo y que constituye la cabeza de poder judicial.
Por el contrario, el Partido Progresista defiende
que el rey vea limitados sus poderes al ejecutivo, mientras que los poderes
legislativo y judicial serían independientes. De hecho, el lugar central dentro
de esta división total de poderes lo ocupan las Cortes que, como representantes
de la Soberanía Nacional, tienen el poder legislativo pero controlan también al
ejecutivo.
Cortes
Como consecuencia de las diferentes ópticas de
moderados y progresistas sobre los poderes de las Cortes, estas varían su
configuración.
Así, el Partido Moderado defiende unas Cortes
Bicamerales, es decir, formadas por dos cámaras: el Congreso de los Diputados y
el Senado. El primero era elegido por los ciudadanos con derecho a voto y el
segundo era designado por el Rey, debiendo ser sus miembros de clase alta
(renta mínima elevada, miembros del alto clero y alta nobleza y antiguos altos
cargos del Estado). Ya que ambas cámaras eran colegisladoras, el nombramiento
del Senado le daba de hecho al Rey el control del poder legislativo.
Por su parte, los Progresistas, defensores de los
derechos individuales de los ciudadanos, del principio de soberanía nacional y
de la limitación de los poderes del Rey, defienden unas Cortes Unicamerales,
compuestas por una única cámara, el Congreso de los Diputados, elegido por los
ciudadanos con derecho a voto.
Relaciones Iglesia-Estado
Como ya se ha indicado, entre las bases sociales
del Partido Moderado estaba el alto clero y la alta nobleza. por lo que es
natural que su postura fuera la de defender la Confesionalidad Católica del
Estado, ya existente en el Antiguo Régimen. Esta consistía en que el Estado
tenía una religión oficial, la Católica, protegida por el Estado y única que
podía ser practicada por la población de manera pública.
Evidentemente, esto no concordaba con uno de los
principios del Liberalismo, la libertad de conciencia. Esto explica que los
progresistas, defensores de un liberalismo sin reminiscencias del Antiguo
Régimen y, por tanto, del respeto total a los derechos individuales optara por
un Estado Aconfesional, es decir, en el que había libertad religiosa pero el
Estado sí reconoce la existencia de un credo mayoritario, el Católico, y
establece relaciones especial con él.
Orden público
Para el mantenimiento del orden público durante
esta época había dos alternativas principales: la Guardia Civil, cuerpo armado
de carácter militar que dependía del poder central, o la Milicia Nacional,
cuerpo de voluntarios dependiente de los Ayuntamientos.
El carácter conservador del Partido Moderado le
hacía preferir el primero, y de hecho este partido es el responsable de su
fundación en 1844. Por contra, el Partido Progresista prefiere a una población
civil armada, no solo como fuerza de orden público sino también como garantía
del respeto a los derechos individuales y al régimen liberal. En cualquier
caso, hay que tener en cuenta que la base social de los progresistas eran las
clases medias, no las bajas, de ahí que se obligara a los voluntarios de la
Milicia Nacional a sufragar sus propias armas y uniformes, lo que excluía a las
clases bajas de participar en ella.
Política económica
El Partido Moderado defiende el establecimiento
de políticas económicas proteccionistas, es decir, de cierre del mercado a la
entrada de productos extranjeros, ya sea a través de prohibición directa o con
elevados aranceles. Esta postura tenía la intención de proteger los intereses
de las clases altas, que incluían a los grandes latifundistas e industriales
del país, interesados en controlar el mercado interior sin competencia
exterior.
Por el contrario, el Partido Progresista defiende
políticas librecambistas, es decir, en las que el mercado está abierto a la
entrada de productos extranjeros. Esta postura intentaba beneficiar a las
clases medias, básicamente más consumidoras que productoras, por lo que les
beneficiaba la entrada de productos extranjeros al bajar los precios por la
competencia.
Otros partidos políticos
El reinado de Isabel II está dominado por los
partidos políticos Moderado y Progresista. Sin embargo, el periodo de
inestabilidad iniciado en 1854 y que culmina en la Revolución Gloriosa de 1868
dio impulso a otras fuerzas políticas, como la Unión Liberal, el Partido
Demócrata y el Partido Republicano.
Unión Liberal
Este partido surge en 1854 impulsado por el
general Leopoldo O´Donnell. Se crea como un intento de unificar a moderados y
progresista en una sola formación política que evitara los enfrentamientos
entre ambos y la inestabilidad política que generaban.
Su ideología estaba en gran parte indeterminada,
aunque tanto su base social como sus principios ideológicos fueron una mezcla
entre moderados y progresistas.
Durante el reinado de Isabel II su programa
tendía a parecerse al de los moderados, pero a raíz de su entrada en el Pacto
de Ostende de 1866 su programa pasa a ser compatible con el de progresistas y
demócratas. Debido a su influencia, en todo caso, se introdujeron en la
Constitución de 1869 las Cortes Bicamerales y un estado aconfesional en el que
la Iglesia Católica estaba financiada por el Estado y se reconocía la libertad
de cultos sólo para la población extranjera.
Partido Demócrata
El Partido Demócrata surge como una escisión del
Partido Progresista en 1849. Su base social son las clases medias y bajas y su
ideología puede ser considerada revolucionaria, ya que defendía el fin del
Estado Liberal. Defienden el concepto de soberanía popular, es decir, que el
origen del poder está en la voluntad del pueblo, sin distinciones de clase, por
lo que defienden el sufragio universal masculino. Como los progresistas,
defienden una monarquía parlamentaria como forma de gobierno, con la diferencia
de que, frente al rey con poder ejecutivo de los progresistas, los demócratas
le confieren solo un poder de representación del Estado y de relación entre
poderes, como ocurre en la actualidad en nuestro país. En los demás temas,
coinciden con los progresistas: Cortes Unicamerales, Estado aconfesional,
Milicia Nacional y Librecambismo.
Partido Republicano
Este partido aparece ya consolidado en 1868. Su
ideología es muy similar a la del Partido Demócrata, del que difiere en la
forma de gobierno: la República, es decir, un régimen en el que el jefe de
Estado es elegido por los ciudadanos en unas elecciones y no, como ocurre en la
monarquía, por derecho de herencia. Además, frente al estado aconfesional
demócrata, defienden un Estado laico, es decir, en el que la separación entre
Iglesia y Estado es total.
Desde sus orígenes, y definitivamente a partir de
1870, el partido se divide en dos tendencias: la unitaria y la federal,
diferenciados básicamente por su base social y por la organización territorial
del Estado. El republicanismo unitario es más conservador y sus bases sociales
se situaban en las clases medias. Defienden un Estado unitario y centralista.
Frente a ello, el republicanismo federal es más progresista y sus bases
sociales se situaban en las clases bajas. Defienden un Estado federal, es
decir, compuesto por estados con su propia organización política y
administrativa y en los que reside la soberanía, por lo que la pertenencia al
Estado Federal español es voluntaria y reversible en cualquier momento.