Artista: Friedensreich Hundertwasser
Austria, 1991
Título original: Ruhige Blumen
Museo: KunstHausWien, Viena (Austria)
Técnica: Acrílico Acuarela Óleo Temple (73 x 54 cm.)
Hundertwasser odiaba la línea recta sobre todas las cosas.
Friedensreich Hundertwasser fue un artista total: pintor, arquitecto, diseñador… Sus influencias básicas eran sus paisanos Schiele y Klimt, pero hay numerosas cosas en su obra que recuerdan a muchos y variados artistas como es el caso de Hokusai, Klee o Rousseau.
En sus cuadros no existe ni una sola línea recta (De hecho, tampoco en sus magníficos edificios): “La utilización ciega, cobarde y estúpida de la línea geométrica recta, ha convertido nuestras ciudades en baldíos desolados desde el punto de vista estético, espiritual y ecológico…”.
En su obra más bien abundan las espirales, las líneas curvas y libres, las formas orgánicas… y siempre pintadas con intensos colores creados por múltiples técnicas que el autor va añadiendo al lienzo como la naturaleza va añadiendo sustratos a las cosas realmente inmortales.
La naturaleza (en este caso flores) es otra de las cosas que inspiraron a este artista. Por ello era casi un activista de la ecología.
Para Hundertwasser el mundo debería ser un paraíso lleno de color y líneas curvas y en su arte quería transportarnos a ese Edén: “Un cuadro bueno está lleno de magia. Te hace sentir feliz, hace reír, o llorar, pone las cosas en marcha. Debe ser como una flor, como un árbol. Debe ser como la naturaleza. Es algo que se añora cuando no está”.
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