jueves, 22 de enero de 2009

Gran Hermano 10 (2008-09)


Gran Hermano 10 (2008-2009)

  • 21 de septiembre de 2008 - 22 de enero de 2009 (123 días).

Concursantes

Lugar de residenciaEdadProfesiónDuraciónInformación
Label Participantes.svg
Bandera de España Iván MadrazoFlag of Cantabria (Official).svg Cantabria35 añosEmpresario y modelo123 díasGanador
Bandera de España Orlando BreynerBandera de la Comunidad Valenciana Valencia28 añosFeriante123 días2º finalista
Bandera de España Almudena MartínezBandera de la Región de Murcia Murcia24 añosCajera123 días3.ª finalista
Bandera de la República Dominicana Lizfanny EmilianoIkurrina Guipúzcoa24 añosModelo internacional86 días15.ª expulsión / Intrusa
Bandera de España Julito GonzálezFlag of the Canary Islands (simple).svg Tenerife28 añosOpositor a Policía Nacional108 días14.ª expulsión
Bandera de España Javier PalomaresBandera de Castilla-La Mancha Ciudad Real23 añosMúsico100 días13.ª expulsión
Bandera de España Ana ToroFlag of Andalucía.svg Granada36 añosPublicista23 días / 14 días4.ª expulsión / Abandono forzado
Bandera de España Mirentxu ÁlvarezIkurrina Guipúzcoa69 añosJubilada93 días12.ª expulsión
Bandera de España Carlos FernándezFlag of Catalonia.svg Barcelona28 añosSoldador86 días11.ª expulsión
Bandera de España Gisela BetancortFlag of the Canary Islands (simple).svg Tenerife22 añosModelo79 días10.ª expulsión
Bandera de España Nani SánchezBandera de la Comunidad de Madrid Madrid22 añosEn paro42 días9.ª expulsión / Intrusa
Bandera de España Loli FernándezFlag of Andalucía.svg Granada26 añosEsteticista y estudiante de Biología65 días8.ª expulsión
Bandera de España Carlos HoyaFlag of Cantabria (Official).svg Cantabria31 añosAgente inmobiliario58 días7.ª expulsión
Bandera de España Gema ZafraFlag of Catalonia.svg Barcelona26 añosAdministrativa en paro44 días / 7 días6.ª expulsión
Bandera de la República Popular China Jie LiBandera de la Comunidad de Madrid Madrid23 añosDependienta30 días5.ª expulsión
Bandera de España Raquel GómezFlag of Galicia.svg La Coruña33 añosAzafata de vuelo16 días3.ª expulsión
Bandera de España Eva FreireFlag of Galicia.svg La Coruña24 añosGanadera y camarera9 días / 7 días2.ª expulsión
Bandera de España Germán RamírezFlag of Catalonia.svg Barcelona37 añosRelaciones Públicas y presentador de televisión2 días1.ª expulsión

Concursantes 


















jueves, 15 de enero de 2009

Guerras Carlistas

Guerras Carlistas

Las guerras carlistas fueron una serie de contiendas civiles que tuvieron lugar en España a lo largo del siglo XIX. Aunque la principal razón de la lucha fue la disputa por el trono, también representaron el choque de ideologías políticas de la época. Los carlistas —que luchaban bajo el lema Dios, Patria, Rey— encarnaron la oposición más reaccionaria al liberalismo, defendiendo la monarquía tradicional absolutista, el catolicismo conservador y el foralismo. Geográficamente, sus partidarios predominaron en la mitad norte de España, especialmente en el País Vasco y Navarra —sus focos más importantes—, el norte de Cataluña y el Maestrazgo, entre Teruel y Castellón.

Antecedentes

El rey Fernando VII, previendo un problema sucesorio al no disponer de descendencia masculina directa, promulgó la Pragmática Sanción de 1830, por la que derogó el Reglamento de sucesión de 1713, aprobado por Felipe V y comúnmente denominado «Ley Sálica», que impedía que las mujeres accedieran al trono. A los pocos meses, su cuarta esposa dio a luz a una niña, Isabel, que fue proclamadaprincesa de Asturias.
Cuando, en otoño de 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo, los seguidores de su hermano, Carlos María Isidro, consiguieron que el rey firmara la derogación de la Pragmática, lo que supondría que éste heredaría el trono. Pero, recuperado de la enfermedad, Fernando tuvo tiempo de restablecer la validez de la Pragmática Sanción antes de su muerte el 29 de septiembre de 1833.1
Como Isabel sólo contaba en ese momento tres años de edad, su madre, María Cristina de Borbón, asumió la regencia, llegando a un acuerdo con los liberales para preservar el trono de su hija frente al alzamiento de los partidarios de Carlos María Isidro.1 Estos se denominaron carlistas o apostólicos, y eran favorables al absolutismo y defensores de las tradiciones. Entre ellos se encontraban pequeños propietarios empobrecidos y artesanos arruinados, sobre todo del mundo rural, que recelaban de las reformas, pero también miembros de la pequeña nobleza y parte del clero. Los liberales fueron partidarios de Isabel, hija y legítima heredera de Fernando VII, también llamados isabelinos o cristinos (por la regente Cristina) y encontraron seguidores entre la población urbana, la burguesía y amplios sectores de la nobleza.
Los enfrentamientos entre carlistas y liberales tendrán tres episodios destacados en el siglo XIX: las tres guerras carlistas.

Las Guerras Carlistas

Primera guerra carlista (1833-1839)

La primera guerra carlista se inició con el levantamiento de partidas carlistas en el País Vasco y Navarra. Pronto controlaron el medio rural, aunque ciudades como Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Pamplona permanecieron fieles a Isabel II y al liberalismo. La vacilación del gobierno y el gran apoyo popular permitieron a los carlistas organizar la guerra con el método de guerrillas, hasta que el generalZumalacárregui organiza un ejército en territorio vasco-navarro, y el general Cabrera unifica las partidas aragonesas y catalanas. La primera guerra carlista tiene un trasfondo político que se materializa en dos personas con derecho al trono, según su partidarios.
Fernando VII (1784-1833), rey de España, casó en 1802 con María Victoria de Nápoles, que murió sin descendencia después de dos abortos. El rey desposó en segundas nupcias a Isabel de Bragaza, sobrina que dio a luz a una niña que murió a los cuatro meses, falleciendo al poco tiempo la reina. Vuelto a casar por tercera vez en 1819, su esposa fue María Josefa Amalia de Sajonia, que tampoco le dio hijos al trono español. Finalmente, en 1829, se casó con otra de sus sobrinas, María Cristina de Borbón – dos Sicilias, teniendo por fin descendencia: Isabel (1830-1904) y Luisa Fernanda (1832-1897). Antes del nacimiento de Isabel, el heredero del trono era Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, pero todo cambió cuando el rey tuvo descendencia femenina. Entonces se publicó la pragmática sanción de Carlos IV que cambiaba la ley en vigor, permitiendo a una mujer heredar el trono de España, contraviniendo una norma con siglos de historia.
Don Carlos entró en España y se puso al frente del ejército dirigiéndose hacia Madrid, objetivo que no consiguió. Recibió el apoyo de armas de Rusia, Austria y Prusia, aunque Isabel II contó con el de Inglaterra, Francia y Portugal, favorables a la implantación de un liberalismo moderado en España. La muerte de Zumalacárregui en 1835 durante el sitio a Bilbao inició una reacción liberal. El generalEspartero venció a las tropas carlistas en Luchana en 1836 y el último periodo del conflicto estuvo marcado por la iniciativa del ejército liberal al mando de Espartero y la división de los carlistas entre los partidarios de llegar a un acuerdo con los liberales. Mediante elConvenio de Vergara de 1839, los generales Maroto y Espartero firmaron la paz, y acordaron mantener los fueros en las provincias vascas y Navarra e integrar a la oficialidad carlista en el ejército liberal. Las partidas de los intransigentes dirigidas por Cabrera continuaron la guerra en la zona del Maestrazgo aragonés, hasta su derrota en 1840.

Segunda guerra carlista (1846-1849)

La segunda guerra carlista, más que una guerra civil, fue una insurrección durante la Década moderada, pues los carlistas seguían siendo la menor fuerza opositora al liberalismo. Se centró en la zona de los Granada, en Cataluña, «guerra dels matiners», y fue fácilmente sofocada. Su origen, al menos teórico, fue el fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón, objetivo de distintos sectores moderados de Isabel. Sin embargo, Isabel II terminó casándose con su nieto Francisco de Asís de Borbón. La segunda guerra carlista (1801-1849) comenzó con la inestabilidad política del estado y la falta de solución a los numerosos conflictos políticos, económicos y sociales. Las transformaciones de los últimos años (la movilidad de las tropas favorecida por las nuevas vías de comunicación, la eficacia de las armas, etc.) la distinguirán de la ultima.

Alzamiento carlista de 1855

El temor que produjo a la corte la Revolución de 1854 la llevó a intentar nuevas negociaciones para la reconciliación de las dos ramas de la familia real, a fin de oponerse juntos a los revolucionarios, enemigo común de ambas ramas de la dinastía. El fracaso del proyecto resultó en un nuevo levantamiento carlista.2
Como en la Segunda Guerra Carlista, donde tuvo más importancia fue en Cataluña, en la que entraron Marsal, Borges, Rafael Tristany,Estartús y otros emigrados, levantándose partidas numerosas, como las de Boquica, Comas y Juvany. Marsal fue investido del cargo de comandante general interino y Tristany —a quien acompañaban sus hermanos— del de comandante general de la provincia de Barcelona. El primero cayó herido y prisionero en Orriols, siendo fusilado en Gerona el 8 de noviembre de 1855. Tristany, al frente de unos 200 hombres, logró sostenerse un año, teniendo que volver a emigrar.3

Alzamiento carlista de San Carlos de la Rápita (1860)

El 1 de abril de 1860 el general Jaime Ortega y Olleta, capitán general de Baleares, realizó un pronunciamiento a favor de Carlos Luis de Borbón, con el que pretendía destronar a la reina Isabel II, mediante el envío de una expedición militar a la península, cerca de la población de San Carlos de la Rápita. Fracasó debido a la negativa de sus propios oficiales a secundarlo.

Alzamiento carlista de 1869

Tras el destronamiento de Isabel II y el paso de numerosos militares isabelinos a las filas carlistas, estos intentaron un alzamiento mal organizado que fracasó, y en el que se destacó en la provincia de León la partida de Pedro Balanzátegui, quien sería fusilado.

Tercera guerra carlista (1872-1876)

Ya en el Sexenio Revolucionario, beneficiados por el clima de libertad que introdujo la revolución de «La Gloriosa», el carlismo había revivido como fuerza política. En las cortes de 1869, obtuvo una veintena de diputados y en las posteriores legislativas sus resultados fueron aún mejores. Pero la llegada de Amadeo de Saboya provocó la insurrección armada de una parte de los carlistas, mientras que otra facción constituyó una pequeña fuerza política opuesta a la nueva monarquía y con posiciones enormemente conservadoras. La subida al trono español de la casa de Saboya terminaría por imponer la opción armada. Esta vez, el pretendiente era Carlos María de Borbón. La restauración borbónica en la figura de Alfonso XII marcaría el declive carlista en la guerra. El conflicto acabará en 1876 con la definitiva derrota militar del carlismo, durante los primeros años del reinado de Alfonso XII. Los generales Martínez Campos y Fernando Primo de Rivera derrotaron a los carlistas en Cataluña, Navarra, País Vasco y el resto de España.
El 28 de febrero de 1876 finalizan las guerras carlistas. Don Carlos cruzaba la frontera al grito de “Volveré”. Su liderazgo había sentado las bases del carlismo levantisco. En 1888, las dos corrientes se separarían para siempre: el carlismo integrista se escindiría de la corriente levantisca para formar una opción política alternativa al liberalismo.

La cuestión foral

El tema foral tuvo mucha fuerza en el periodo de las guerras carlistas, ya que los fueros habían permitido que el carlismo triunfase en las provincias Vascongadas y Navarra, y cobraron significación política especialmente durante la Tercera Guerra Carlista, cuando el pretendiente Carlos María de Borbón restauró los fueros de Cataluña. La llegada de los borbones y el triunfo de Felipe V había supuesto la supresión de los fueros de la corona de Aragón, aunque permanecían los vascos y navarros. El sistema foral otorgaba ciertos privilegios. En el ámbito económico, lo mas importante eran las aduanas interiores que permitían la libre importación de productos. Lo mas importante era el pase foral que conseguía o negaba validez a las disposiciones reales, limitando la autoridad del rey. En Navarra las cortes examinaban las órdenes del rey para ser ejecutadas. Las guerras carlistas supusieron un doble conflicto: por un lado, entre las provincias forales y la corona; y por otro, entre los campesinos y la pequeña nobleza frente a la burguesía.
Pese a todo, tras la Primera Guerra Carlista el gobierno liberal no pudo suprimir los fueros de las Vascongadas y Navarra, ya que elconvenio de Vergara obligaba al estado liberal a respetarlos siempre que no entraran en conflicto con el nuevo orden constitucional. Serían finalmente suprimidos tras la Tercera Guerra Carlista, obteniendo a cambio en 1878 las provincias vasco-navarras el llamado Concierto económico.


jueves, 1 de enero de 2009

Historia de España Siglo XIX

POLÍTICA, ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL SIGLO XIX

1. EL CAMBIO DE SIGLO
Las reformas borbónicas habían creado algo de riqueza, pero sin atacar la raíz de los verdaderos problemas; incluso esas reformas se habían visto frenadas coincidiendo con la Revolución Francesa. A partir de ese momento, la amistad con Francia derivada de los Pactos de Familia se rompe tras la ejecución de Luis XVI. Gobierna en España Carlos IV (desde 1788), cuya política es dirigida por el extremeño Manuel Godoy, principal partidario de esa ruptura.
Como consecuencia, Francia declaró la guerra a España (Guerra de la Convención, también llamada en Cataluña “Guerra Gran”: 1793-1795); perdiendo nuestro país la isla de Santo Domingo tras la Paz de Basilea (1795), así como la participación de los galos en el comercio colonial. En 1796 ambos países se aliaban de nuevo con la firma del Tratado de San Ildefonso, por el cual España pasa a participar, junto a Napoleón, en una serie de conflictos contra Gran Bretaña, como los enfrentamientos navales de las etapas 1796-1801 y 1804-1808: en esta última, concretamente en 1805, España pierde su armada en Trafalgar, con lo que el comercio con América entra en una gran crisis económica (se reducen los ingresos) y política.
En 1801 España declara la guerra a Portugal, por su violación del bloqueo comercial a Gran Bretaña. En ese conflicto, o Guerra de las Naranjas, España incorpora la plaza portuguesa de Olivenza a Extremadura, y también recupera Menorca.
Godoy intenta llevar a cabo una desamortización de bienes eclesiásticos para solucionar el problema económico del país, debido a tanto belicismo; pero sólo consigue ganarse la enemistad del clero en unos momentos de descontento social generalizado, mientras unos sectores del poder conspiran para colocar a Fernando VII, hijo de Carlos IV, al frente del reino.

1.1.- INVASIÓN FRANCESA, REACCIÓN POPULAR Y CRISIS DE LA MONARQUÍA
Napoleón
pactó con Godoy la invasión de Portugal y el reparto de su territorio en el Tratado de Fontainebleau de 1807. Pero, antes de firmar, las tropas francesas ya se adentraban en territorio español, a la vez que Napoleón exigía fijar la frontera con Francia en el Ebro y la apertura del comercio americano a los buques galos.
Mientras eso sucedía, la situación en la familia real se agravaba por momentos, sucediéndose las conspiraciones del Príncipe de Asturias (Fernando VII), que ambicionaba el trono de su padre: en marzo de 1808 tuvo lugar el Motín de Aranjuez, protagonizado por el pueblo e instigado por los seguidores de Fernando VII, que exigía la caída de Godoy y de Carlos IV. Lo que se produce tras el éxito del citado motín. Pero el rey pida ayuda a Napoleón, quien les convoca en Bayona: donde, a cambio de amplios dominios en Francia y la conservación de sus títulos, les convence –tanto a Carlos como a Fernando– para que le traspasaran el poder.

1.2.- LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
La ocupación francesa, junto a la alarma provocada por las noticias que llegaban de Bayona, provocan la insurrección del pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808, reprimida brutalmente por los franceses (fusilamientos del 3) y dando origen a la Guerra de Independencia.
1.2.1.- EL REINADO DE JOSÉ I (la España Oficial)
Para evitar revueltas, Murat (lugarteniente de Napoleón en Madrid) logró que el Consejo de Castilla y la Junta de Gobierno apoyaran al nuevo monarca, José I, hermano de Napoleón. En Bayona, una asamblea de notables le toman juramento como rey y le propusieron la elaboración de una carta constitucional: el Estatuto de Bayona de 1808, que redactaría Napoleón. Se trataba de una carta otorgada que reservaba (entre otras medidas):
. El poder ejecutivo y legislativo para el Rey, aunque incluía Cortes Estamentales.
. Se suprimían las aduanas interiores y los derechos señoriales. Y se reforma la Hacienda.
. Se dispone la elaboración de un código civil y criminal para todo el reino.
Pero ninguna de estas disposiciones llegó a aplicarse por el estallido de la guerra. Aunque José I recibió el apoyo de un sector de la corte, que veía en él un continuador de las reformas de Carlos III. A sus partidarios les dieron el apelativo de afrancesados.

1.2.2.- LAS JUNTAS (la España Real)
Un sector de la población no reconoció a José I y se organizó espontáneamente en Juntas locales y provinciales, coordinadas más tarde por una Junta Suprema Central, presidida por el Conde de Floridablanca, que asume la soberanía e incita al pueblo a la defensa.
Su objetivo era la lucha contra los franceses, recabar ayuda exterior de Gran Bretaña, imponer tributos y garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Las Juntas eran integradas por nobles y burgueses, y sus planteamientos no fueron revolucionarios, ya que en sus filas había liberales pero también existían absolutistas.
En 1810 la Junta Suprema Central transfiere su autoridad a una Regencia, y pasa a dirigir la guerra llevada a cabo por los ejércitos español y británico, así como por la guerrilla popular.
La guerra de guerrillas fue un hecho novedoso y suponía la participación del pueblo en el conflicto armado de forma directa. La guerrilla se encargaba de acosar y hostigar al ejército francés. A las guerrillas hay que añadir, como hecho importante, la resistencia de las ciudades, que provocó que algunas de ellas sufrieran un largo asedio: caso de Zaragoza, Gerona o Cádiz.

1.2.3.- ETAPAS DE LA GUERRA
- 1ª.- Freno a las conquistas francesas. En el verano de 1808, las tropas españolas frenan a los franceses en Valencia, Zaragoza, Gerona y Bailén (primera derrota sufrida por los ejércitos napoleónicos en Europa), obligando incluso a José I a retirarse hasta Vitoria.
- 2ª.- Nuevas victorias francesas. Estos hechos traen a Napoleón hasta la Península y, de forma paulatina, de 1808 a 1812 sus tropas van ocupando el país; mientras son hostigados por los guerrilleros (Espoz y Mina, El Empecinado...).
- 3ª.- Fin de la guerra. La última fase de la guerra viene precedida de una ofensiva hispano-británica desde Portugal, que culmina con las victorias de Arapiles y Vitoria; mientras los galos son acosados también en Rusia. En 1813 se firma el Tratado de Valençay, que garantizaba el regreso de Fernando VII. Y al año siguiente ya no queda ningún francés en España.

1.2.4.- CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
El
resultado fue catastrófico: crisis demográfica (por muertes en guerras y pestes, o no nacidos) y económica, en todos los sentidos (comunicaciones, industria, comercio, desórdenes rurales por la pervivencia de partidas de guerrilleros, epidemias, problemas con la ganadería y agricultura, etc.). La recuperación fue muy lenta y trajo como consecuencia la aparición del intervencionismo militar en la vida política.

2.- EL PRIMER INTENTO DE CONSTRUCCIÓN DE UN ESTADO LIBERAL
LA OBRA DE LAS CORTES DE CÁDIZ

Durante la guerra, un grupo de patriotas se reúne en la única ciudad española fuera del dominio francés: Cádiz. Esas Cortes fueron el primer intento en España para la construcción de un Estado liberal, en las que se manifiestan tres tendencias muy diferenciadas (según la ideología de los participantes que acudieron):
- Absolutistas (conservadores): partidarios de la soberanía real y de volver al sistema social y económico del Antiguo Régimen (monarquía absoluta).
- Liberales: defensores de la libertad, igualdad y derecho a la propiedad; contrarios a la sociedad estamental y partidarios de una sociedad de clases. Defienden la soberanía nacional, la monarquía constitucional y la separación de poderes (las Cortes tendrían el poder legislativo).
- Jovellanistas: representan una vía intermedia entre absolutistas y liberales, pues apoyaban una soberanía compartida y un sistema bicameral (tipo británico: en una de ellas estarían los privilegiados); pero no defendían la Constitución, sino que apoyaban la renovación de las viejas leyes y costumbres de los reinos españoles (aunque renovándolas).
Esas Cortes estaban compuestas por diputados de clases medias (abogados, funcionarios públicos, militares, comerciantes, escritores...), lo que favoreció el triunfo de las ideas liberales; aunque también hubo representantes de la nobleza y el clero.
La obra de las Cortes supone la ruptura de todo el sistema del Antiguo Régimen, y su labor se plasmó en una serie de decretos y en la elaboración de la Constitución de 1812. Esta primer carta magna es tan importante que se convierte en la base ideológica y en bandera del movimiento liberal, incluso sirve de influencia a países como Portugal e Italia.
· Los principios más importantes de la Constitución de 1812 son:
- Soberanía nacional, con varias tendencias: unos defendían la soberanía real (obispo de Orense), otros la soberanía real compartida con la nación (Jovellanos), algunos defendían la soberanía popular (Conde de Toreno) y muchos eran partidarios de la soberanía nacional (idea que triunfa).
- Separación de poderes: el ejecutivo en manos del Rey (con ciertas funciones legislativas), el legislativo en las Cortes (con plenos poderes) y el poder judicial a los tribunales de justicia.
- Libertad de imprenta (parcial): cualquier ciudadano podía escribir, imprimir y publicar sus ideas sin censura previa (sólo se mantenía ésta en los escritos religiosos).
- Contribución única, que acababa con los privilegios fiscales de la nobleza.
- Reconocimiento
de los derechos individuales: igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, garantiza la seguridad e inviolabilidad del domicilio, libertad de imprenta, propiedad individual, derecho a la educación elemental. Pero también recogía algunos deberes, como la obediencia a las leyes, el respeto a la autoridad, la contribución a la Hacienda pública, la defensa de la patria, etc.
- Sufragio universal masculino: eligen los hombres mayores de 25 años, que tengan determinada renta y de forma indirecta. Por eso, en realidad era sufragio masculino censitario.
- El estado se proclama confesional: reserva la censura de escritos religiosos a la iglesia.
· A
estos principios constitucionales hay que añadir unos decretos de gran importancia:
- Abolición de los Señoríos (eliminación de todos los Señoríos Jurisdiccionales, privilegios y tributos feudales) y la conversión de éstos en propiedad privada (si lo podían demostrar con documentos).
- Supresión de la Inquisición.
- Desamortización
de los bienes de manos muertas (enajenación de baldíos, tierras de realengo y comunales), que pasarían a propiedad privada: según las ideas burguesas y para favorecer a Hacienda.
- Supresión de gremios y establecimiento de libertad de trabajo, industria, comercio y precios.

3.- EL LIBERALISMO
Con la Constitución de 1812 el sistema político liberal queda definitivamente establecido. Frente al absolutismo el nuevo sistema establece la igualdad ante la ley y la participación política de los ciudadanos. En la interpretación de estos derechos y en su realización política concreta fue donde se definieron los dos partidos básicos del segundo tercio del siglo XIX: El Partido Moderado y el Partido Progresista. A la izquierda de estos últimos comenzaron a formarse los primeros grupos de demócratas y de republicanos que quedaron excluidos en el pacto constitucional del 1837.
No eran partidos como los del siglo XX sino incipientes partidos de notables que carecían de organización interna y estructura permanente.
Principios del liberalismo doctrinario
Existencia de una ley fundamental escrita
División de poderes
Estructuración de órganos representativos basados en el sufragio censitario
Consagración de un régimen de libertades individuales
Moderados:
ü Defensores de la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes, el llamado liberalismo doctrinario. Así la Corona quedaba dotada de considerables atribuciones que la convertían en factor decisivo del proceso político, pues, en los conflictos entre el poder ejecutivo y el legislativo, ella era quien determinaba la sustitución del primer ministro o la disolución de las Cortes
ü Partidarios del sufragio restringido, en los gobiernos moderados elevaron el grado de riqueza necesario para ser elector. Para los moderados, la clase inferior era incapaz de gobernar y debía, por tanto ser excluida
ü Defensores de la propiedad privada como principio sagrado e inviolable, el orden público, el centralismo y el entendimiento con la Iglesia
ü Sus bases sociales eran las clase medias enriquecidas por la desamortización, la aristocracia latifundista y la burguesía de negocios industriales, comerciantes y financieros, vinculada con frecuencia a las compañías de ferrocarril
Progresistas:
ü Defensores de la soberanía nacional como única base del poder y recortar las atribuciones de la Corona, aunque esta conservara la facultad de disolver las Cortes
ü El sufragio se restringió menos: de un 0,5 % de votantes con el estatuto Real, la Ley Electoral de 1837 lo elevó a un 2,2 %, y en 1843 fue ya del 4,3 %
ü La declaración de derechos solía ser más amplia, incluyendo la libertad de imprenta y de asociación
ü Sus bases sociales eran pequeños comerciantes, menestrales, artesanos, empleados modestos y militares de baja graduación. Siempre dispuestos a unirse a cualquier movimiento revolucionario, critican las inmoralidades del gobierno y la preponderancia del clero y postulan la supresión de los “consumos” (impuestos que gravaban los artículo de primera necesidad)
El liberalismo radical a partir de la Constitución de 1837 se fue consolidando poco a poco un liberalismo radical, opuesto a la revisión de la Constitución de 1812, este grupo fue bastante heterogéneo, pero se pueden identificar rasgos comunes:
o Defendían la soberanía nacional plena y una ampliación del sufragio que podía llegar hasta el sufragio universal masculino
o Desconfían de la Corona, lo que llevó a algunos liberales radicales hasta el republicanismo
o Eran defensores de la aplicación radical del decreto de abolición de señoríos y participación popular en el poder local y provincial.
Casi todas las corrientes radicales se aglutinaron en la década siguiente en torno al Partido Demócrata, creado en 1849, y cuyas demandas se centraban en la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, la tolerancia religiosa, el sistema fiscal proporcional a la riqueza, la enseñanza promaria gratuita,

4.- EL REGRESO DE FERNANDO VII
Después del Tratado de Valençay, Fernando VII regresa a España en 1814 e inicia un reinado dominado por la represión política, los pronunciamientos militares y la crisis económica.

4.1.- EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820)
Cuando el monarca llega a España, algunos diputados conservadores le presentan un manifiesto, llamado Manifiesto de los Persas, en el que exponen sus deseos de que el rey restaure cuanto antes el orden que existía antes de la Guerra de la Independencia: el Absolutismo.
El Rey con apoyo de éstos y de los sectores conservadores de la iglesia y del ejército da un golpe de estado contra el régimen liberal, disuelve las Cortes y detiene a las personalidades más relevantes por el Real Decreto de 4 de Mayo de 1814. Más adelante suprime los decretos emanados de esas Cortes, restaura los señoríos, devuelve a la iglesia sus propiedades y se rodea en el gobierno de una camarilla de ministros débiles.
Económicamente la Guerra significó la ruina de la agricultura, la ganadería y la escasa industria, la ruina del comercio y el inicio de la Independencia americana, vital para la Hacienda pública, muy endeudada. La negativa a desamortizar bienes eclesiásticos y la oposición de los privilegiados a establecer un régimen de contribuciones llevaron al estado a la bancarrota. Por lo que la política fernandina se granjeó la oposición de todos los sectores sociales:
- De la burguesía comercial e industrial, porque no se frena la independencia americana: lo que suponía un recorte de su capacidad mercantil.
- Del campesinado, pues restauran el diezmo y paraliza las desamortizaciones.
- Del ejército, por preferir a los militares de origen aristocrático.
- De los sectores liberales, que pasan a ser objeto de persecución y buscan el apoyo de los militares para encauzar sus reivindicaciones, ante la incapacidad por la vía legal. Uno de estos pronunciamientos, el del Coronel Riego, acabará triunfando en 1820.

4.2.- EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823)
La sublevación de Riego al frente del ejército que iba a embarcar hacia América (por la independencia de las colonias), inaugura una nueva etapa en la vida política española. Nuevamente en el poder, los liberales emprenden la reforma parada por el sexenio (recuperan parte de la obra de las Cortes de Cádiz):
- En temas religiosos, suprimen la Inquisición, la Compañía de Jesús y algunas comunidades religiosas. Anulan los diezmos y ponen en marcha la desamortización paralizada.
- En materia económica se suprimen los mayorazgos y señoríos, según se acordó en las Cortes de Cádiz. Además, la reforma fiscal intenta establecer una contribución única.
- En asuntos políticos, se intenta recuperar la legislación liberal: derechos y libertades de los ciudadanos, unido a la libertad de imprenta.
· Sin embargo, este gobierno liberal (que era muy moderado) recibió una fuerte oposición:
. De Fernando VII (como es lógico), que había jurado de mala gana la Constitución de 1812: conspira en la sombra con el apoyo de los sectores absolutistas (que en el Norte tenían gran fuerza, como en Cataluña) y mantiene conversaciones con la Santa Alianza (que pretende reponer los gobiernos absolutistas).
. De los propios liberales más radicales, descontentos con las tímida reformas y por la actitud del rey (acceden al poder en 1822).
. De la falta de apoyo social: tenían en contra a la Iglesia (por las desamortizaciones y supresiones) y a la Nobleza (por la pérdida de poder); e, incluso, también al campesinado, muy influenciado por la Iglesia y que no consiguió muchas de sus aspiraciones (tierras, impuestos…).
. Además, las suspicacias que el régimen despertaba entre las naciones absolutistas europeas llevaron a éstas a acabar con la experiencia liberal española, por lo que se reúnen en el Congreso de Verona y envían un ejército (los Cien Mil Hijos de San Luis, dirigidos por el Duque de Angulema), que establece el absolutismo y anula el liberalismo.

4.3.- LA DÉCADA OMINOSA (o absolutista): 1823-1833
En 1823 el citado ejército, mandado por el citado Duque de Angulema, penetra sin oposición en España y repone en el trono a Fernando VII como monarca absoluto, iniciando de nuevo una etapa de represión, ejecuciones y exilio de los liberales: la década absolutista, o década ominosa.
Es una etapa de continuas conspiraciones liberales e, incluso, de los sectores más radicales de los conservadores (los “Los Apostólicos”), reunidos en torno a la figura de Carlos María Isidro (hermano del rey), al que presentaban como un posible sucesor.
A pesar de que se abandonan las reformas emprendidas por los liberales, el rey encarga el gobierno a los absolutistas mas moderados (como Cea Bermúdez) que pone en marcha reformas administrativas y económicas (como las Juntas de Fomento de la Riqueza del Reino).

4.4.- EL PLEITO DINÁSTICO
Uno de los problemas más graves del reino era la cuestión sucesoria pues, desde 1713 en que Felipe V instaura la Ley Sálica, las mujeres no podían acceder al trono; sin embargo, la situación cambió en 1830, cuando Fernando VII (sin sucesión masculina) publica una Pragmática Sanción, anulando la anterior para que pueda gobernar su recién hija con el nombre de Isabel II.
Este hecho da lugar a la división irreconciliable entre los absolutistas: los moderados apoyan a Isabel (por eso reciben el nombre de isabelinos), mientras que los sectores más reaccionarios son partidarios del hermano del rey (por lo que reciben el nombre de carlistas). Los liberales se inclinan por los primeros.
A pesar de que el rey intentó echarse atrás en 1832 (derogando la Pragmática), los moderados con apoyo de los liberales consiguen que el problema se resuelva a favor de Isabel II tras los denominados Sucesos de La Granja, iniciándose una contienda conocida como Las Guerras Carlistas (las vemos más adelante).

5. LA DESAMORTIZACIÓN
La
desamortización fue un largo proceso histórico-económico iniciado en España a finales del siglo XVIII por Godoy (1798) y cerrado ya muy entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). En otros países sucedió un fenómeno de características más o menos similares.
Consistió en poner en el mercado, mediante subasta pública, las tierras y bienes no productivos en poder de las llamadas «manos muertas», casi siempre la Iglesia Católica o las órdenes religiosas, que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos.
Su finalidad fue acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores propietarios. Además, el erario obtenía unos ingresos extraordinarios con los que se pretendían amortizar los títulos de deuda pública.
La desamortización se convirtió en el principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués durante la primera mitad del siglo XIX.
Primera desamortización, fue realizada en el reinado de Carlos IV por Godoy y el ministro Cayetano Soler entre 1800 y 1808. En ella se desamortizaron bienes de la Compañía de Jesús, de hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y de Colegios Mayores universitarios e incluía también bienes no explotados de particulares.
Segunda desamortización, José I realizó también una pequeña desamortización que no implicó la supresión de la propiedad, sino la confiscación de sus rentas para el avituallamiento y gastos de guerra de las tropas francesas, de forma que se devolvieron en 1814.
Tercera desamortización: Durante el Trienio liberal (1820–1823) se llevaron a cabo otras desamortizaciones tan poco ambiciosas como ésta e igualmente deshechas tras la caída del régimen liberal. Las realmente importantes fueron, sobre todo, las de Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz.
La de Mendizábal, ministro de Isabel II, en 1836, tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia social de España, aunque sus resultados (ya no gestionados por Mendizábal, que cesó como ministro en mayo de 1836, sino por sus sucesores) fueron relativamente pobres, como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, estas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios, pero sufragables en cambio por las oligarquías muy adineradas, que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños.
Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.
Cuarta desamortización El 2 de septiembre de 1841 el recién nombrado regente, el progresista Baldomero Espartero, impuso la desamortización de bienes del clero secular. Esta ley durará escasamente tres años y al hundirse el partido progresista la ley fue derogada.
En 1845, durante la Década Moderada, el Gobierno intenta restablecer las relaciones con la Iglesia, lo que lleva a la firma del Concordato de 1851.
Quinta desamortización: Durante el segundo gobierno del progresista Espartero, su ministro de Hacienda, Pascual Madoz, realiza una nueva desamortización (1855) que fue ejecutada con mayor control que la de Mendizábal. El 1 de mayo de 1855 se publicaba en La Gaceta de Madrid y el 31 la Instrucción para realizarla.
Se declaraban en venta todas las propiedades del Estado, del clero, de las Órdenes Militares, cofradías, obras pías, santuarios, del ex-infante D. Carlos, de los propios y los comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública, con algunas excepciones. Igualmente se permitía la desamortización de los censos pertenecientes a las mismas organizaciones.

5.1.CONSECUENCIAS: Como resultado de las desamortizaciones muchos conventos e iglesias fueron abandonados. Igualmente, muchos libros y bibliotecas conventuales se dispersaron y sus libros fueron a parar en su mayor parte a las bibliotecas públicas de la época. Además la pérdida de piezas de arte nacionales que se vendían al exterior
Está claro que tantos políticos y a lo largo de tan extenso tiempo no querían todos lo mismo. Pero, en mayor o menor proporción, coinciden en un punto: El deseo de obtener unos ingresos para disminuir la deuda pública, bien aceptando los títulos como forma de pago, bien dedicando parte del dinero en metálico para comprar títulos del mercado y hacerlos desaparecer. Además, parte del dinero metálico obtenido con la desamortización y los nuevos créditos que se negociaron, se dedicaron a sufragar los gastos extraordinarios, especialmente de la primera guerra carlista. Por su parte, los ayuntamientos se quedaron con parte de los ingresos -no todos fueron a parar a la Administración central- para acometer obras públicas esenciales para muchas ciudades y pueblos. La Hacienda nacional aumentó paulatinamente los ingresos fiscales ordinarios a través de la carga impositiva de los bienes desamortizados, por los que anteriormente sus propietarios tributaban en poca o en ninguna medida.
En todo caso, éstas no son las principales consecuencias económicas de la desamortización que afectaron a la extensión de los cultivos.
Al sur del Tajo y Segura, en la zona meridional, la desamortización mantendrá o incluso acentuará la concentración de la propiedad, dando lugar en ocasiones a un nuevo latifundismo; paralelamente, en algunas regiones se puede hablar de proletarización del campesinado (entendido como jornaleros, braceros o criados permanentes). Esto, cuando no hay un desarrollo industrial simultáneo, como es el caso de la España del sur, produce un estancamiento, pues los campesinos proletarizados permanecen en el campo como mano de obra barata.
En la zona septentrional, tierras de predominio de explotaciones medias y pequeñas, la desamortización potencia este tipo de estructura. Muchas de las explotaciones de labradores que hasta entonces se basaban fundamentalmente en el arriendo, van a pasar a ser explotaciones basadas en la propiedad de las tierras. No todas las consecuencias de la desamortización hay que buscarlas a corto plazo. En este sentido, buena parte de las mejoras técnicas y la creación de explotaciones modernas van a tener lugar en el siglo XX, especialmente desde finales de los años cincuenta. Muchos cambios tendrán que llevarse a cabo para que se ponga en marcha este tipo de economía agraria (industrialización del entorno, regadíos, cambio del sistema crediticio, electrificación, creación de una mejor red de comunicaciones y canales de comercialización, concentración parcelaria, importación de maquinaria agrícola... etc.). Pero todo ello se puede poner en marcha rápida y eficazmente por las transformaciones en el sistema de propiedad desde finales del siglo XVIII y en las que la desamortización juega un papel decisivo. Vista la historia como un proceso de larga duración, las consecuencias de un fenómeno a medio o largo plazo adquieren una dimensión mucho mayor.

6.- LA OPOSICIÓN AL SISTEMA LIBERAL: LA PRIMERA GUERRA CARLISTA
Guerras Carlistas, término empleado para las tres contiendas violentas sucedidas en el siglo XIX en España entre los carlistas, partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, y el gobierno de Isabel II de España, su sobrina.
La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, conocidos como carlistas y partidarios de un régimen absolutista; y los de Isabel II, partidarios de un régimen liberal y denominados cristinos por apoyar a la regente María Cristina
En España estaba en vigor la Ley Sálica, según se ha señalado al hablar del reinado de Fernando VII, que prohibía reinar a las mujeres, desde comienzos del siglo XVIII y aunque Carlos IV aprobó la Pragmática Sanción que derogaba la Ley Sálica en 1789, nunca se había hecho efectiva. Fernando VII, que no tenía descendencia masculina, decidió promulgarla en 1830, con lo que su hija Isabel se convertía en heredera al trono. El hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, hasta entonces heredero al trono, no reconoció a Isabel como princesa de Asturias y cuándo Fernando murió el 29 de septiembre de 1833, Isabel fue proclamada reina bajo la regencia de su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.
La cuestión dinástica no fue la única razón de la guerra. Tras la Guerra de la Independencia, Fernando abolió la Constitución de 1812, pero tras el Trienio Liberal (1820-1823), Fernando VII no volvió a restaurar la Inquisición, y en los últimos años de su reinado permitió ciertas reformas para atraer a los sectores liberales que además pretendían igualar las leyes y costumbres en todo el territorio del reino eliminando los fueros y las leyes particulares, al tiempo los sectores más conservadores se agrupaban en torno a su hermano Carlos.

6.2. CONTENDIENTES: El campesinado y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente al pretendiente Carlos – carlistas- debido a su tradicionalismo, gracias al apoyo que le dio el bajo clero local. Muchos autores han especulado con la posibilidad de que la causa carlista en el País Vasco fuese fundamentalmente foralista. No existe consenso en este análisis, puesto que otros autores rebaten esta interpretación, haciendo la principal razón del apoyo vasconavarro al influjo del clero en la sociedad.
En Aragón
y Cataluña se vio como una oportunidad de recuperar sus derechos forales, perdidos tras la Guerra de Sucesión Española. La jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua, aunque una parte importante del clero (como por ejemplo el famoso Cura Merino) se unió al bando carlista.
En el otro bando, los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su hija Isabel. Controlaban las principales instituciones del Estado, la mayoría del ejército y todas las ciudades importantes. Los liberales recibieron apoyo del Reino Unido, Portugal y Francia en forma de créditos para el tesoro y de fuerzas militares.

6.3.- LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1839)
Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años.
El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país.
El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”. Estos son los principales elementos de su programa político:
Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
Defensa de la monarquía absoluta
Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
Defensa
de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los liberales:
Instituciones propias de autogobierno y justicia
Exenciones fiscales
Exenciones de quintas
La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el carlista Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el liberal Espartero. Tras unos primeros años de incierto resultado, a partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia.
La guerra concluyó con el denominado Convenio o Abrazo de Vergara (1839). Acuerdo firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En realidad, se mantuvieron algunos de los privilegios forales y se eliminaron otros.
En el proceso bélico se pueden distinguir cuatro fases:
a) Desde el 1 de octubre de 1833, en que el Infante D. Carlos toma el título de Rey de España, comienza el enfrentamiento. En principio, son partidas rebeldes, con escasa estructura militar que Zumalacárregui organizará en un verdadero ejército, frente al ejército regular cristino. Además, se produce una relativa delimitación de zonas de influencia que tienden a ser limpiadas de los enemigos. Esta fase finaliza con la muerte del General Zumalacárregui en el asedio de Bilbao el 23 de julio de 1835.
b) Desde el verano de 1835 hasta octubre de 1837, la guerra sale del ámbito regional al nacional. Luis Fernández de Córdoba toma el mando del ejército cristino -posteriormente lo hará Espartero. En estos años tienen lugar las principales acciones del carlismo fuera de su zona de influencia. El general Gómez atraviesa España desde el País Vasco hasta Cádiz y Don Carlos dirige la expedición real hasta las puertas de Madrid. Espartero rompe el sitio de Bilbao, que se inició en junio de 1835 y que se mantuvo mucho tiempo por el afán de ocupar una ciudad y la necesidad de prestigio internacional del carlismo por razones financieras. Las guerrillas carlistas no son fáciles de reducir y éstas obtienen una clara victoria en el Maestrazgo.
c) Desde octubre de 1837 al mes de agosto de 1839 la contienda se decanta a favor de los gubernamentales. El 15 de octubre de 1837, D. Carlos se repliega, pasa el Ebro, frontera del carlismo, y se produce una disensión interna en el carlismo entre los partidarios del pacto, dirigidos por el general Maroto, y los Apostólicos del general Cabrera. El cansancio y el incierto final de la guerra lleva a los primeros a firmar el Convenio de Vergara (29 de agosto de 1839). Sellado por Espartero y Maroto, en él se reconocen los empleos y grados del ejército carlista y se recomienda al gobierno que proponga a las Cortes la modificación de los fueros.
d) D. Carlos no reconoce el acuerdo y la guerra continúa desde agosto de 1839 a julio de 1840, en los focos de resistencia de Lérida y Navarra. Los últimos leales carlistas, acaudillados por el General Cabrera llevan a cabo una guerra brutal, con escenas y acontecimientos terribles. Al fin, éstos serán derrotados.

6.4.EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA ISABELINA
A
finales del reinado de Fernando VII, el Antiguo Régimen se desmorona. Tres acontecimientos configuran este proceso:
. El Carlismo y Guerra Civil: la derrota de los primeros impide la vuelta al Antiguo Régimen.
. A la vez de ese conflicto, se fue construyendo el estado liberal: como fórmula política que permitía la implantación de una sociedad burguesa.
. La reforma agraria liberal, que supone el triunfo del nuevo concepto de propiedad burguesa y el arranque de la sociedad capitalista en España.
Los rasgos que caracterizan este período son los siguientes:
1. Sociedad articulada en torno a la tierra, con una base agrícola y ganadera que no tuvo el desarrollo de otras zonas del norte de Europa. Además, la escasa demanda impidió la creación de un mercado interior capaz de absorber la producción.
2. El crecimiento de la población, ralentizado por las deficientes condiciones higiénico-sanitarias: hay una alta natalidad, pero también es elevada la mortalidad (sobre todo infantil).
3. Emergencia de la clase burguesa, que se funde con la nobleza tradicional creando una clase oligárquica agraria e industrial que monopolizó el poder. Por contra, aumentó la conflictividad social entrando en una dinámica propia de las sociedades industriales. En la España del s. XIX hubo un pacto entre los viejos grupos dominantes, nobleza y alta burguesía, para conservar su poder económico, social y político.
4. Permanente intervención de la Corona a favor de una opción política que representaban los moderados, quienes controlaban con un sufrago de por sí restringido el acceso de otras fuerzas al poder, por lo que la vía insurreccional se convirtió en la única posibilidad de cambio político.
5. El protagonismo de la figura militar en la vida política. Su importancia se debió al papel desempeñado en la Guerra de la Independencia, los conflictos dinásticos y la debilidad de los partidos políticos carentes de estructura propia y líderes carismáticos

6.4.1.LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA: 1833-1840
El reinado de Fernando VII y la regencia de su viuda (Mª Cristina de Borbón, o de Nápoles) se caracterizan (como en Europa) por la pugna entre los monárquico-absolutistas y los liberal-constitucionalistas.
Las fuerzas liberales, a las que había recurrido la regente Mª. Cristina para mantener las aspiraciones al trono de Isabel II, tuvieron que atender varios frentes: la guerra civil, la liquidación del Antiguo Régimen y la implantación del régimen liberal.
Mª. Cristina era poco liberal (sólo le interesaba). Por eso, los liberales tuvieron que forzar la caída de su ministro Cea Bermúdez (que también lo fue de Fernando VII) y sustituirlo por Martínez de la Rosa.
· Se
inicia la redacción de una ley de bases para el funcionamiento de las Cortes, que cristalizó en el Estatuto Real de 1834 (más próximo a una Carta Otorgada que a una Constitución). Destaca la ausencia de principios liberales (como la soberanía nacional, o los derechos individuales). Generó la división entre los liberales conformes con él (moderados) y los que no lo estaban (exaltados, o progresistas), porque pretendían imponer la Constitución de 1812.
· Debido a lo anterior, se produce la Revolución de 1835, urbana y burguesa: que surge para acabar con el carlismo y con el gobierno moderado. Mª Cristina tiene que nombrar ministro a Mendizábal (progresista), sustituido al poco tiempo por Istúriz (moderado). Esto provoca la Sargentada de La Granja (levantamiento del 12-VIII-1836), que exige la reinstauración de la Constitución de 1812 y de las Juntas.
· Debido a ello, la reina encarga el gobierno a un progresista, el extremeño J. Mª. Calatrava, que centra su obra en un texto constitucional de acuerdo con los tiempos: la Constitución de 1837, un texto flexible que no contentó a ningún grupo enteramente, pero que hizo posible el gobierno.
· De 1837 a 1840 se suceden en el gobierno las facciones liberales (progresistas y moderados), hasta que en 1840 se desata una crisis a causa de la Ley de Ayuntamientos, en la que los moderados pretendieron modificar la normativa vigente acerca de la elección popular de los alcaldes (que aseguraba el dominio progresista en la administración local) y sustituirla por la designación directa de esos cargos por la Reina. El conflicto enfrentó directamente a la Regente con Espartero (líder progresista), terminando con la renuncia de María Cristina (que se exilió a Francia).

6.4.2. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)
Espartero, gracias a su prestigio como general en la guerra carlista, se convierte en símbolo militar del progresismo, inaugurando una etapa política caracterizada por la activa participación de los militares el gobierno del país.
Fue elegido regente entre el descontento de los moderados, apoyados por Mª Cristina desde el exilio, y de los propios progresistas: en desacuerdo con muchas de sus medidas, tales como la falsificación electoral, nepotismo, estrategias de caudillo y la dura represión para responder a las revueltas de Barcelona en 1842 (cuyo sector textil se manifestaba en contra de las medidas librecambistas y pro-británicas del gobierno, que perjudicaba la producción de sus paños).
Una manifestación antiesparterista, acaudillada por otro general, Narváez (moderado), derrota a Espartero, que huye hacia el exilio; forzando con este vacío de poder a adelantar la mayoría de edad de Isabel II, para hacer posible su coronación.

6.4.3.EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868)

LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)
Una vez lograda la paz, con los gobiernos moderados comienza un proceso de construcción de la nueva administración y de su estructura institucional, en el que impusieron su visión doctrinaria y pudieron monopolizar el gobierno toda la década. El protagonista del periodo es el general Narváez, que contribuirá al robustecimiento del poder de la Corona, a la centralización política y a la monopolización del poder gracias a un sistema electoral restringido.
· Los elementos que caracterizaron la construcción del Estado Liberal fueron:
1.- La Constitución de 1845, de carácter moderado: soberanía de las Cortes, con el rey; sin separación de poderes, Estado confesional, etc.
2.- Un sistema de reformas:
a) La nueva división provincial de Javier de Burgos, que establece en 1833: 48 provincias administradas por una Diputación y un Gobernador Civil.
b) Administración centralizada.
c) Creación de una institución ¾la Guardia Civil¾ para velar por la seguridad pública, vigilar el medio rural y la defensa del nuevo sistema de propiedad.
d) Establecimiento de un nuevo sistema fiscal, que pretendía potenciar la contribución directa a través de impuestos directos e indirectos.
3.- La firma de un Concordato con la Santa Sede (1851), que supuso la reconciliación de la Iglesia de Roma con el Estado español: en virtud del cual, Roma acepta la desamortización, mientras que el gobierno reconoce la confesionalidad del Estado y se compromete a mantener y proteger al clero, así como la presencia de la Iglesia en la enseñanza.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
En 1854 tuvo lugar una revolución con origen doble: conspiración militar protagonizada por O´Donnell, y el descontento tanto del sector moderado como de los progresistas.
Pero ambos sectores convergen al fracasar el pronunciamiento de O´Donnell (Vicalvarada), por lo que los moderados redactan el Manifiesto de Manzanares, con reivindicaciones progresistas: cambios en la ley electoral, libertad de imprenta, abolición de consumos, restauración de la Milicia Nacional Voluntaria (que se creó para defender el constitucionalismo frente al absolutismo), etc. Hay un acercamiento común contra un gobierno corrupto. Desde 1854, los progresistas se convierten en protagonistas, que alientan los tumultos.
La reina llama de nuevo a Espartero, poniendo fin al proceso revolucionario. Gobierno progresista, colaborando O´Donnell; que se rompe cuando el 2º gira a posiciones más conservadoras.
· Las sucesos más importantes de este periodo fueron:
1. La Constitución de 1856 (aprobada, pero no promulgada), parecida a la de 1837 (progresista).
2. La aprobación de medidas económicas como:
a) La Desamortización de Pascual Madoz (1855).
b) La Ley de Ferrocarriles, que posibilitará la implantación de ese transporte en España.
c) Leyes bancarias, que favorecen la expansión económica.
3. O´Donnell funda la Unión Liberal (partido de centro), con elementos moderados y progresistas.
4. Perviven formas tradicionales de protesta, a la vez que surgen conflictos de países industrializados: aparecen las primeras huelgas y choques entre patronos y obreros, e incidentes en el mundo rural, que acabaron desgastando la figura de Espartero; fortaleciendo la figura de O´Donnell, que marcó la vuelta al moderantismo y la reposición de la Constitución de 1845.
5. Aunque no tuvo que ver con la política, en el otoño de 1855 se presentó la epidemia de “Cólera Morbo Asiático”, que tuvo graves repercusiones en el país

6. 3.3.- La Unión Liberal y el fin del Moderantismo (1856-1868)
Tras breves gobiernos de moderados y unionistas (que se alternan, eliminan la Milicia Nacional y reinstauran la Constitución de 1845), en 1858 entra O’Donnell. Quien permanece en el poder tras la práctica desaparición del Partido Progresista, tras la represión de 1856 y por el desgaste de los moderados: las minorías moderadas y progresistas se alinearon con los unionistas, ante la necesidad de procurar una estabilidad política que permitieran el desarrollo económico y las inversiones extranjeras.
El gobierno unionista ejerció una política pragmática, centrada en el impulso de las obras públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo: como el ferrocarril, las minas o el sistema financiero (favoreció a algunos sectores empresariales próximos al poder, siendo criticado…).
Cae O´Donnell, incapaz para seguir gobernando y por el agotamiento de su débil proyecto de consenso político: alejamiento de la oligarquía en el poder del resto de las fuerzas políticas y sociales (a las que impedía su participación política por el restringido derecho al voto), las prácticas caciquiles y la arbitrariedad de la Reina. Tras su dimisión se suceden varios gobiernos con los que se volvía al moderantismo, que arrinconaba al progresismo y le empujaba hacia una oposición violenta.
Uno de los hechos más conocidos es la sublevación del Cuartel de San Gil, que desató unas duras medidas represivas, que forzaron la dimisión de O´Donnell y el traspaso de poderes a Narváez (moderado) que hasta 1868 endureció aún más la represión, clausurando las Cortes, censurando la Prensa, ordenando la depuración de civiles y militares opuestos al gobierno, etc. Tras la muerte de O’Donnell en 1867, los unionistas (liderados por Serrano y Cánovas) se unen a los progresistas (agrupados en torno a Prim) y a los demócratas (con los que firman el Pacto de Ostende). Todos conspiran para derrocar a los moderados y mandar al exilio a Isabel II, dando paso al Sexenio Revolucionario.

6.4.4.- EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL

· ESTATUTO REAL DE 1834
Se redacta durante el período de transición del Antiguo Régimen al Estado Liberal. Se debe considerar no como una Constitución, sino como una Carta Otorgada. Su objetivo era regular la convocatoria de las Cortes y su funcionamiento, algo necesario y provisional en plena Guerra Civil.
1. Soberanía compartida: Rey-Cortes; con control real, y su función se limitaba a aprobar impuestos. También se podían hacer peticiones, votar enmiendas o rechazar propuestas de gobierno.
2. El sistema era bicameral (que las convoca y disuelve el Rey):
- Un estamento de próceres (reúne a la aristocracia, la nobleza, Iglesia y administración). Todos debían ser propietarios.
- Otro de procuradores: cámara elegida por sufragio censitario (0,15 % de la población…).

· CONSTITUCIÓN DE 1837
. Su redacción supera a la de 1812, ya muy anticuada. Se elabora por consenso entre los dos sectores del liberalismo: moderados (partidarios del Estatuto Real) y progresistas (de la Constitución de 1812). Por ese motivo, contiene elementos de ambas tendencias:
- Soberanía conjunta (Cortes-Rey). El Rey convoca, disuelve o suspende las Cortes; e, incluso, disfruta del derecho a veto.
- La división de poderes.
El Legislativo reside en las Cortes bicamerales: Congreso elegido por sufragio censitario y directo, Senado nombrado por el rey a propuesta de los electores.
El Ejecutivo reside en el Rey, que nombra al Gobierno.
El Judicial, supuestamente, conserva su independencia.
- Se afirman derechos individuales: como el de asociación y el de imprenta (con condiciones).
- Permisividad religiosa. El Estado mantendrá el culto por la Desamortización.

· CONSTITUCIÓN DE 1845
. Es moderada, que se presenta al principio como una simple reforma de la de 1837, con la que comparte la declaración de derechos, pero con la diferencia de que no los desarrolla. Fue una constitución adaptada para un régimen moderado, que asegurase el dominio político y social de los más poderosos. Se modificó a medida que se aplicó.
. Rechaza la soberanía nacional. Establece la soberanía compartida entre las Cortes y la Reina, cuya figura acapara ahora más atribuciones y poder.
. Organiza el poder legislativo en dos cámaras: un Congreso elegido por sufragio censitario y un Senado elegido por el Rey.
. No garantiza la independencia del poder judicial.
. Establece la confesionalidad y la unidad religiosa del Estado (consecuencia de la firma del Concordato de 1851 con la Santa Sede).

· CONSTITUCIÓN DE 1856
. A pesar de que fue aprobada por las Cortes durante el Bienio Progresista, nunca vio la luz. Resume perfectamente las ideas de los progresistas. En las Cortes se discutieron ideas nuevas, como la libertad religiosa, el sufragio universal, posibilidad de sustituir monarquía por república, derechos sociales, etc.
. El texto sigue las directrices de 1837, pero amplía la lista de derechos políticos: igualdad ante la ley, los impuestos, el servicio militar, tolerancia religiosa, limita el poder de la Corona y restringe la autoridad del Rey.
- Reconocimiento de la soberanía nacional y derechos individuales.
- Separación de poderes. Reconoce el Senado como órgano autónomo y electo.
- Reconocimiento de la independencia de los tribunales y de los jueces.
- Restablecimiento de la Milicia Nacional.

7.- LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA: LA AGRICULTURA, LA INDUSTRIALIZACIÓN Y EL DESARROLLO DEL FERROCARRIL
La evolución económica española en el siglo XIX se caracteriza por su lento y desigual crecimiento, Cataluña, País Vasco, Regiones mineras, Madrid, son las más ricas y por el contrario, Castilla, zonas agrarias interiores y del sur son las más pobres.
Causas de este lento crecimiento
Los de tipo institucional.
El lento desmontaje de las estructuras del Antiguo Régimen comenzado en el siglo XIX y finalizado hasta bien entrado el siglo XX dificulta el desarrollo.
La inestabilidad política y social del los siglos XIX y XX.
Guerras: Guerra de la Independencia; 3 guerras carlistas; guerras cantonales y a nivel externo, las guerras coloniales -que supuso la pérdida de todas las colonias-).
Los cambios continuados de gobiernos que inciden en las políticas económicas.
Todo ello acabará incidiendo en el escaso desarrollo, que tan solo se puede llevar adelante cuando existe cierta “tranquilidad”.
Por tanto, incompetencia política española ante lo que debería ser la búsqueda de bienestar y el desarrollo
La pobre dotación de recursos naturales.
España es seca, no hay agua, lo que conlleva una baja rentabilidad de la agricultura, además no existen infraestructuras (rías, canales, etc.), existen pocos recursos energéticos, etc.
Lo único que compensa son los recursos minerales (hierro, etc.), que irán a manos extranjeras, además, la situación es mucho mas grave en las regiones del interior (las costeras tenían como salida el mar).
La crisis de la Hacienda Pública y como consecuencia la del propio desarrollo.
Se trata de una crisis ligada a factores institucionales y políticos.
La debilidad financiera de la Hacienda son problemas permanentes en el siglo XIX, ese problema será una de las causas de las continuas crisis (de una parte se gastaba más de lo que se recaudaba y por otra, el sistema impositivo era injusto -pagaba menos quien más tenía proporcionalmente-).
Con las guerras napoleónicas la situación se degrada aún más (alianza con Francia contra Inglaterra), posteriormente alianza con Inglaterra y Portugal contra Francia. Todo hace que los ingresos por impuestos se reduzcan y los gastos de la guerra aumenten.
Los distintos gobierno no son capaces de superar esa situación crítica y caótica, además con la llegada del estado liberal aumenta el gasto público al sumir nuevas competencias (justicia, parte de la sanidad, etc.) lo que supone un coste importante.
Por tanto, podemos concluir que durante todo el siglo XIX la Hacienda Pública permanece en permanente déficit. Ante esta situación se intentan articular distintas soluciones:
La reforma del sistema impositivo con el objeto de equilibrar los ingresos y gastos. No obstante, todos los intentos fracasaron debido a la fuerte resistencia por parte de la Iglesia y la nobleza (beneficiarios del sistema impositivo existente y por la imposibilidad de aumentar los impuestos a las clases populares (no podían pagar más, el país no se desarrollaba y si aumentaban los impuestos a la burguesía podría ir en detrimento del propio dinamismo económico.
Pero es que esas reformas no resolvían el problema del déficit público. El recurso más típico para abordarlo es el de la deuda exterior e interna, pero ese recurso tiene inconvenientes (si no se paga se genera una “pelota” más grande, suben los intereses y por tanto aumenta la deuda pública lo que condiciona la actuación del gobierno.
Esa carga de intereses y amortizaciones se encarecen por la poca disciplina de los políticos durante el siglo XIX. Así se acude a la suspensión de pagos varias veces para renegociar la deuda llegándose incluso con Fernando VII a desentenderse de los créditos solicitados anteriormente por los gobiernos liberales, lo que hará que los prestamistas, ante nuevos créditos solicitado impongan unos intereses condiciones auténticamente leoninas, dada la morosidad de España, con lo cual el endeudamiento se hará cada vez más caro que llevará al endeudamiento interior con el problema de que era tan grande este endeudamiento del Estado que precisaba todo el capital interior retrayéndolo de una hipotética inversión interna con lo que se estaba mutilando el desarrollo y la modernización del país. Además, tampoco existía una inversión pública que estimulase la modernización.
La deuda externa e interna era tan grande que era preciso acudir a otras soluciones para reconducirla, entre otras las desamortizaciones de tierras y edificios en manos de la Iglesia y los poderes públicos para venderlas a los privados y conseguir recaudar para pagar.
También les llega el turno a las minas, haciendo concesiones en régimen de monopolio a las empresas extranjeras, o al Banco de España en cuanto a la emisión de moneda.
Estos recursos servirán para cubrir las deudas mas urgentes así como para abordar temas puntuales que evidentemente no ponen remedio a los problemas de fondo, es decir el déficit o lo que es lo mismo gastar mas de lo que se ingresa.
Por otra parte, la obtención de recursos mediante desamortizaciones y concesiones mineras generarán también problemas.

7.1.- LA AGRICULTURA
En
1800, el sector agraria es el más importante. Durante 1900 continúa siéndolo tanto a nivel de producción como de ocupación. De ahí que se diga que España no se moderniza hasta el siglo XIX. Pese a todo, se trata de un crecimiento lento (no comparable con el de la Europa norte occidental).
Además no se trata de un crecimiento debido a la modernización sino a la extensión (aumento ce tierras cultivables) y en realidad es un aumento paralelo al aumento de la población por lo que la producción per cápita no aumenta.
El siglo XIX sigue siendo una producción de subsistencia (si bien en algún nivel se alcanza algo de exportación), pero en todo caso con escasa o nula modernización.
a). Cereales, legumbres, patatas, etc.
Ocupa la mayoría del sector. Aquí se nota la extensión ya la vez que la evidencia de la crisis de supervivencia y la falta de modernización.
Como factores explicativos tenemos:
La desamortización. Ayuda a la extensión de terrenos y de la producción (pero no de la modernización).
La estructura de la propiedad de la tierra. minifundios en el norte y latifundios en el sur. Al existir abundancia de mano de obra no se pensaba en la necesidad de la modernización.
Las condiciones naturales. Tierras estériles y secas que dificultan las innovaciones.
La mejora del transporte. Lo único que hace es estimular la extensión del cultivo, no la modernización.
Abolición del diezma y de la Mesta. Lo que hace que algunos se decidan por aumentar la superficie explotada.
Proteccionismo. Al no poder entrar productos de fuera, los precios son más altos, no hay competencia por tanto ¿por qué modernizarse?.
Presión demográfica. Hace aumentar los consumos y los precios.
b). La ganadería.
Se trata de un sub sector en el que se produce una evolución a la inversa: ni se moderniza y además se produce una disminución de la ganadería que no se recuperará hasta el S. 19. Desaparición de la Mesta, (tierra para el cultivo) hace desaparecer los pastos.
c). Agricultura de exportación mediterránea
Aumento de la productividad y cierta modernización (viñas, olivos, frutos secos, cítricos)

7.2.- LA INDUSTRIA
En
1900 la industria supone el 20% de la producción y ocupa un 50% de la población activa, se trata de una industria en gran parte artesanal. Su falta de crecimiento se explica por tres clases de factores:
La pobre dotación de recursos naturales (para la industria es clave disponer de energía y transporte barato).
Los conflictos internos y externos junto con el pobre papel del Estado.
Obstáculos de tipo institucional como los problemas de la Hacienda Pública.
a. El textil. Cataluña.
Esta industria se inicia a mitad del siglo XIX y se convertirá en el principal sector español industrial favorecido por distintas cuestiones (abundancia de mano de obra barata provocado por los procesos migratorios de lo siglos XVIII y XIX, la abundancia de capital, el dinamismo industrial y empresarial, la buena situación geográfica y el proteccionismo).
Como inconvenientes caben destacar:
La falta de energía barata (debe buscarse energía hidráulica en el Pirineo o bien se exporta de Asturias o RU lo que encarecía su precio). Es decir, en cualquiera de los casos, implicaba un aumento en los costes de producción.
Falta de mercados exteriores (no eran productos competitivos por los costes de producción, además RU tenía más tradición y sus precios eran mas competitivos). En todo caso, las políticas proteccionistas no favorecerán a su desarrollo..
Por todo lo expuesto, Cataluña no puede encabezar la industrialización de España, tan solo el desarrollo de Cataluña, pero será insuficiente para estimular otros sectores (transporte, minería, energía, etc.).
b. La siderúrgica. País Vasco.
S
e desarrolla en la segunda mitad del siglo XIX gracias al dinamismo de la exportación de hierro barato y de buena calidad hacia RU. Acabará por eliminar a otras industrias de España al ser la más competitiva debido a que el hierro estaba en el País Vasco (bueno y barato), combinado con la disponibilidad de energía barata que llegaba de la exportación del hierro (los barcos que venían a cargar el hierro para RU traían carbón barato de RU).
No obstante debe señalarse que la siderurgia tiene limitaciones, el principal es que disponía de pocos mercado a los que exportar, además existía una fuerte competitividad con los productos de Alemania y RU. Al problema de la exportación se añadía que el mercado interior precisaba transportes (y ya se ha visto que era insuficiente y muy caro).
c. La industria agroalimentaria.
También se desarrollará a mediados del siglo XIX en Cataluña y el País Vasco con productos como el vino, aceite, harina, corcho, químicas.
d. La minería.
En cuanto a ventajas se pueden señalar la abundancia de recursos minerales (mercurio, hierro, plomo, zinc, etc.) situados en el País Vasco, Cantabria, Málaga, Huelva, Cartagena, Asturias). Son productos susceptibles de exportar.
Pero el gran inconveniente es la falta de capital nacional, de tecnología, de demanda interior y de un transporte barato.
Para paliar estos problemas se regulan disposiciones que facilitan la entrada de capital, tecnología y demanda extranjera para la minería y el transporte, siendo los países interesados Francia, Bélgica, Alemania e Italia.
En estas condiciones, la mayor parte de los benéficos marcharán del país, si bien se pueden resaltar como positivo la entrada de energía barata, de tecnología, construcción, infraestructuras el desarrollo de la banca y del comercio industrial como la química-explosivos.
Se ha comentado que el capital nacional no podía abordar durante el siglo XIX las necesidades de inversión en la minería a lo que debería de añadirse la falta de demanda interior y la inexistencia de un transporte y en el mejor de los casos, muy caro. Todo ello dificultaba el desarrollo de la minería.
La solución se vislumbra en 1868. La caída de la monarquía borbona, la llegada de Amadeo de Saboya y la Primera República crean la Ley de Bases sobre Minas para establecer la explotación con la posibilidad de entrada de capitales extranjeros.
En 1869 una nueva Ley aprueba la creación de empresas de capital extranjero y mixta que abrirá las puertas a la modernización.
Las motivaciones de los liberales para adoptar estas medidas son diversas: la propia ideología liberal (librecambismo), pero se encuentran con el crónico problema de la falta de recurso financieros de ahí estas leyes que favorecerán la recaudación a través de las concesiones mineras.
Con la entrada de capital extranjero (francés, alemán, británico, italiano), España se convertirá en una potencia europea exportadora de hierro y otros minerales como el mercurio (primer productor mundial). Gracias a la exportación se expande el sector de la minería a finales del siglo XIX.
Los efectos de estas medidas serán variables y encontraremos tanto positivos como negativos.
La inversión extranjera era directa (por tanto con escasos, nulos o incluso negativos efectos -poco trabajo, técnicas extranjeras, etc.-) y en todo caso, los efectos se encontraban muy localizados en zonas concretas (alrededor de las propias minas existía un cierto auge comercial).
Pero en el País Vasco y en Cantabria, el capital extranjero se alió con el español por lo que se constituyeron empresas de capital mixto, en estos casos, cuanto menos en parte, los beneficios se quedaban en España, además, de alguna manera, la industria de la minería impulsó las mejoras de las infraestructuras y sirvió como desencadenante para la revitalización de otros sectores de la producción (si bien exclusivamente en la zona del norte, nada más).
Los efectos negativos del proceso de industrialización en España serán para la clase obrera (cuencas mineras, País Vasco, Catalunya), que viven en condiciones penosas produciéndose sabotajes contra las máquinas. Las miserables condiciones de vida favorecerán el surgimiento de organizaciones obreras que posteriormente se unirán a los campesinos del sur. Por tanto, pese al bajo nivel de modernización, se va destapando un grado nivel de agitación social.

7.3.- EL DESARROLLO DEL FERROCARRIL
El ferrocarril resulta clave a partir del siglo XVIII para el proceso de modernización. Favorecer el trasporte provocaba el efecto de estimular el propio desarrollo de las fuerzas productivas.
El transporte en España era caro (la geografía como determinante) y tan solo la zona costera funcionaba medianamente bien debido al cabotaje.
España no posee ríos navegables por lo que era difícil disponer de vías de comunicación interiores o en todo caso ponerse manos a la obra suponía un costo muy elevado cuando no imposible. Todo esto provocaba que no existiese un mercado interior, a lo más mercados fragmentados (mediterráneo, Cantábrico, ...) lo que frenará aún mas la modernización y de ahí que se hable de la España del subdesarrollo.
Pese a todo se era consciente del problema y ya desde Carlos III se intentó mejorar las redes de comunicaciones (carreteras, puentes, etc.).
En la segunda mitad del siglo XIX aparece el barco de vapor y el ferrocarril y los gobiernos liberales emprende acciones para favorecer el transporte, pero no se trata de un proceso lineal sino que debido a las guerras (Independencia y carlistas) se dan serios pasos hacia atrás (durante las guerras se destruye lo construido en los siglos XVIII y XIX.
Por otra parte, el coste de las inversiones era muy grande para una economía tan pobre como la española con una Hacienda en perpetua crisis. A todo ello debía añadirse la falta de demanda de este servicio (se trata de un círculo vicioso, al no existir buenos medios de transporte, no se produce para el mercado interior y al no producirse, no se necesitan transportes), por tanto no se moderniza. Tan solo se invierte cuando el beneficio es claro como en el caso de los barcos de vapor en el País Vasco.
En general, en todos los países, el desarrollo del ferrocarril jugó un papel clave en el proceso de modernización. En España no sucedió.
El ferrocarril puede generar desarrollo en dos sentidos: mercado interior y la demanda de productos industriales y de otros sectores.
Pero en España no jugará ese papel (al menos a nivel significativo), dado que el ferrocarril llega tarde y cuando llega será con capital extranjero que provoca el pago de grandes intereses y con limitaciones tecnológicas importantes (en ancho delas vías), incluso los materiales usados para su construcción serán extranjeros, además, para su construcción se daban subvenciones, así subastaban una línea con las subvención más baja y los licitadores colocaban materiales de baja calidad (el hierro de las vías, las máquinas etc.).
Se debe hacer mención de la evolución del sistema financiero como elemento importante para la modernización de una economía. En España tuvo una lenta pero sensible transformación y modernización durante el siglo.
Las finanzas públicas. Fueron afectadas por una modernización formal (1845). Sin embargo una de sus características fue el déficit permanente, el endeudamiento, las desamortizaciones y otras concesiones para paliarlo.
El Estado recauda la mayoría de los ahorros y a la vez encarece y no realiza inversiones productivas y estratégicas.
El sistema monetario se reordena y unifica en 1868 (peseta y patrón bimetálico).
El sistema bancario sufre una lenta modernización y expansión hasta los años 50.
Ciclo de expansión y de crisis en los 50-60 y en la década posterior del siglo XIX. Con respecto al sistema bancario se establecen los bancos de emisión y bancos de negocios. También se producen desapariciones y concentraciones bancarias.
Se crea un Banco Hipotecario (crédito público a largo término).
En 1874.se otorga la concesión del monopolio de emisión al Banco de España
Último cuarto de siglo. Crisis bancaria catalana y expansión vasca. Formación banca mixta (comercial y de negocios) y aparición de las cajas de ahorro.

8.- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO: LA “GLORIOSA”, AMADEO I Y LA I REPÚBLICA

8. 1.- Antecedentes de la Revolución
. Resistencia de la Corona a perder su poder, lo que puso en su contra a amplios grupos sociales.
. Varios sectores, al no alcanzar el gobierno democráticamente, recurren a los pronunciamientos.
. Las sublevaciones (como la del Cuartel de San Gil), causaron represiones; que motivan la firma del Pacto de Ostende (agosto de 1866) entre progresistas (que desean acabar con los Borbones) y demócratas (que quieren acabar con la Monarquía). En 1867 se les unen los unionistas (Serrano).
8.1.1.- Factores Políticos:
. La última etapa isabelina de Gobierno de unionistas y moderados (con retroceso de los progresistas).
. Oposición política de los no dinásticos: carlistas y demócratas (éstos apoyan la soberanía popular).
. Aislamiento de la Monarquía: sólo le apoya la alta burguesía, la nobleza y algunos militares. Además, desaparecen los que la amparaban (como Narváez y O´Donnell).
. En septiembre de 1868 se ejecuta el citado Pacto de Ostende, derrocando a Isabel II.
8.1.2.- Factores sociales
. Los consumos (aprobados en 1845): impuestos indirectos sobre artículos de 1ª necesidad. Era muy impopular, pero los liberales lo mantienen porque con él consiguen importantes ingresos…
. Las quintas (contribución de sangre): servicio militar del que sólo se libraban con dinero (los ricos…).
Lo anterior influyó en las revueltas del s. XIX y en el Pacto de Ostende.
8.1.3.- Factores económicos
. Crisis de Subsistencia: a partir de 1866 hubo malas cosechas, por lo que escasea el trigo y sube su precio. La situación fue peor en el Centro que en la Costa (donde hay pesca y comercio externo). Eso dará lugar al Hambre en muchas zonas (como sucedió en el invierno de 1868).
. Crisis financiera: sobre todo en el ferrocarril (con más gastos que ingresos…).
. Crisis bancaria: por lo anterior y otras causas.
. Desempleo: por la crisis y finalización de las obras de líneas férreas.
. Crisis en el sector textil: falta de apoyo, desfase y competencia inglesa, falta de algodón, etc.

8. 2.- LA REVOLUCIÓN DE 1868 (“La Gloriosa”)
. La última revolución que lidera la burguesía, con la intención (como antes) de gobernar con un golpe de estado. Pero el apoyo popular hizo que adquiera tintes revolucionarios. No sólo querían derrocar a la Reina, sino introducir reformas para modernizar el sistema liberal, hacerlo más democrático (eliminar el sufragio censitario, participar las clases populares, etc.). Los objetivos eran:
- Lograr el respeto de los derechos ciudadanos.
- Reconocer la soberanía nacional.
- Constituir unas Cortes constituyentes, elegidas mediante sufragio universal.
Por eso, este movimiento era distinto de los anteriores. Además, los protagonistas eran dobles y antagónicos: la burguesía pretendía acabar con los obstáculos que impedían la modernización del sistema capitalista, y las clases populares querían transformar las estructuras de la propiedad agraria (que no se arreglaron con las desamortizaciones).
Así pues, “La Gloriosa” comienza con el típico pronunciamiento militar, apoyado por la burguesía. Pero, al intervenir activamente el pueblo, se convierte en revolución. Tendrá grandes repercusiones.
8. 2.1.-Triunfo de la revolución
Prim
, militar progresista de gran prestigio, fue elegido jefe del Comité Revolucionario en Ostende.
La revolución comenzó en Cádiz, cuna del liberalismo español, al pronunciarse el cuerpo de marina (dirigido por el almirante Topete) el 17-IX-1868. Fue un triunfo fácil y sin sangre.
Regresa Prim del exilio y se constituye la primera Junta Revolucionaria.
S
e forma otra en Sevilla, que formula los principios revolucionarios: sufragio universal, libertad absoluta de imprenta, abolición de la pena de muerte, abolición de las quintas, supresión del impuesto de consumo, elección de Cortes que hicieran una Constitución, etc.
Desde Madrid envían un ejército (al mando de Novaliches) para defender a la Reina, pero son derrotados por Serrano en Alcolea. Isabel se exilia desde San Sebastián a Francia.
8.2.2.- El Gobierno Provisional y las Juntas Revolucionarias
Las Juntas Revolucionarias surgieron por toda la geografía nacional. Defendían un programa más radical que el del Comité Revolucionario (predominaban los demócratas). Una de sus medidas fue la de armar al pueblo y crear grupos de defensa civil parecidos a la antigua Milicia Nacional (Voluntarios de la Libertad).
A veces (como en Madrid) se formaron dos Juntas: una integrada por unionistas y progresistas, y otra por demócratas; que acabaron uniéndose para formar un Gobierno Provisional, en el que aparecen figuras como Prim, Ruiz Zorrilla y Sagasta. Su primer trabajo fue convencer a las Juntas de que se disolviesen, a cambio de dar satisfacción a sus peticiones e integrar a sus miembros significativos en la administración.
Después, Prim disuelve los grupos de defensa civil. Lo que fue tomado por los campesinos andaluces como una maniobra contra la revolución social pretendida, dando lugar a levantamientos.
En lo económico, se normaliza el sistema monetario con el establecimiento de la peseta para todo el territorio nacional, se abolió el derecho de puerta y se estudiaron medidas de corte librecambista y otras para mitigar el paro, subvencionando a los Ayuntamientos que contratasen jornaleros.
Más tarde, el Gobierno Provisional publica el Manifiesto de la Nación, que recoge las medidas demandadas por las Juntas (menos la abolición de quintas). Se disolvieron casi todas, algunas como la de Barcelona se resistieron, iniciando los conflictos entre la periferia y Gobierno Central.
· Las fuerzas políticas en este período se reestructuraron en torno a cuatro bloques:
- La extrema derecha: los carlistas, tras la renuncia de don Juan en Carlos VII, aceptan el juego parlamentario momentáneamente, con lo que se incorporan al sistema.
- La derecha: aglutinada en torno a los moderados, se aprovecha del uso de la libertad de prensa para demandar el regreso de Isabel II, con apoyos de la grandeza de España y grandes latifundistas.
- En el centro se situaba la tendencia monárquico-demócratica, que integran las fuerzas firmantes del Pacto de Ostende: progresistas, unionistas y algunos demócratas que aceptan la monarquía.
- A
la izquierda quedaba situado el Partido Republicano Federal, una facción distanciada de los demócratas (los que se oponían a la monarquía).
8.2.3.- Inicio de los problemas coloniales
A la vez que los sucesos anteriores, se producen movimientos independentistas en Cuba y Puerto Rico. En la primera, tras el "Grito de Yara" lanzado por el criollo Manuel Céspedes, pretendían crear una república independiente con el apoyo de una guerrilla, de los esclavos, de plantadores, etc.
El origen estuvo en el brutal sometimiento político y económico que ejercía España. En el plano social, las desigualdades eran enormes, ya que debido a los intereses de los terratenientes, la esclavitud era legal. Además estaban las intrigas de USA, muy interesados en la isla, cuyo control económico pretendían. De nada servían las promesas del Gobierno Provisional (Prim), ofreciendo mejoras políticas por la vía del diálogo: incluso se llegó a proponer el traspaso de la isla a EEUU.
El conflicto se radicalizó, originando la “Guerra Larga”, en la que los insurrectos, apoyados por los norteamericanos, fueron incapaces de vencer a las tropas españolas. En 1878 se firma la “Paz de Zanjón”, que no sería más que una tregua transitoria en el conflicto.

8.3.- DEL GOBIERNO PROVISIONAL A LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA
El
Gobierno Provisional presidido por Serrano convocó Cortes Constituyentes, con triunfo del sector monárquico democrático, lo que parecía significar una cierta estabilidad para afrontar la difícil situación. Pero había demasiados problemas:
· Sociales: derivados de la crisis agrícola y el paro existente, así como la no eliminación de las quintas (que se mantienen debido a dos guerras: la de Cuba y la Carlista, que se reinicia con la llegada de Amadeo I). Además, el Impuesto de Consumo se sustituye por otro peor: el de Capitación, impopular e insolidario, pero necesario por la delicada situación de Hacienda.
· Económicos: destacan los enfrentamientos entre el Gobierno (librecambista) y los industriales catalanes (partidarios del proteccionismo).
· Políticos: sobresalen las citadas guerras Carlista y de Cuba, el asesinato de Prim, la escisión del partido Progresista, la consolidación del partido Republicano y la actitud de Amadeo I.
8. 3.1.- El Período Constituyente
Recibe este nombre porque fue el encargado de elaborar una Constitución.
- El mayor logro de la Revolución del 68 fue el establecimiento del sufragio universal, con el que se eligieron unas Cortes que redactaron la Constitución de 1869. En este período, el general Serrano fue nombrado regente hasta llegar a un consenso para ocupar la Corona (ya que en los comicios venció la coalición monárquica-demócrata: progresistas, unionistas y demócratas monárquicos).
- La libertad de culto y la disolución de la Compañía de Jesús (con incautación de bienes y expulsión) molestó a los sectores más conservadores del país. Además, el acoso a la Iglesia culminó con la derogación del Fuero Eclesiástico (beneficios que la Iglesia obtenía del Estado desde 1851).
8.3.2.- La Constitución de 1869
Fue la primera constitución española verdaderamente democrática pues, además de reflejar la soberanía popular (era el pueblo quien elegía al monarca y limitaba sus poderes), reconocía derechos fundamentales como el de reunión, asociación e inviolabilidad de correspondencia.
Se establecía también la libertad religiosa, reconociendo la práctica de otras religiones.
Así mismo, contemplaba la descentralización estatal.
Establecía la monarquía constitucional, con soberanía popular y división de poderes:
. El legislativo era bicameral (Congreso y Senado), elegido por sufragio universal (masculino y directo): el nº de diputados por provincia era proporcional al nº de sus habitantes, pero cada provincia tenía un nº fijo de 4 senadores (varones > 40 años: con recursos, cargos y titulación).
. El poder judicial gozaba de total independencia. Incorporó los Jurados para delitos políticos (para garantizar derechos y libertades) y mantuvo la pena de muerte (limitada a casos concretos).
. El ejecutivo lo tenía el Rey (era jefe del Estado), pues los ministros gobernaban en su nombre. El monarca podía disolver las Cámaras (sólo una vez en cada legislatura) y sanciona las leyes.
El gobierno local quedaba en manos de los Ayuntamientos democráticos, encargados -además- de la instrucción pública primaria, obligatoria desde 1857.
8.3.3.- La Regencia de Serrano
Según la Constitución, Serrano fue nombrado Regente y Prim Jefe del Gobierno y ministro de Guerra. Por lo que buscan un monarca que encaje con la Carta Magna. Tarea que fue difícil, pues unos renuncian y otros son rechazados por las Cortes. Hasta dar con Amadeo de Saboya.
Durante este período se llevó a cabo una intensa labor legislativa, para acomodar las leyes a la nueva Constitución: se aprobó un nuevo Código Penal (más humanitario), se legalizó el matrimonio civil, la Ley Orgánica del Poder Judicial y se creó el Registro Civil.
8. 3.4.- La Monarquía Democrática de Amadeo I
Fue elegido (en noviembre de 1870) porque no había otro. Y, aunque políticamente era correcto y neutral, nadie le apoyaba (el único que lo hizo, Prim, fue asesinado):
. La Iglesia porque, durante la unificación italiana, la casa de Saboya mantuvo una postura anticlerical. Preferían, igual que la aristocracia y parte del ejército, al hijo de Isabel II: Alfonso. La nobleza latifundista se le oponía porque los principios democráticos del régimen podían derivar hacia el socialismo y la disolución del orden tradicional (deseaban la vuelta al liberalismo doctrinario que, con el voto censitario, alejase las probabilidades de cualquier revolución).
. La burguesía, sobre todo la catalana, se distanció del régimen descontenta con la política librecambista, retirando incluso el apoyo financiero a Amadeo y optando por Alfonso XII.
. La monarquía democrática fue atacada incluso por las clases populares. Así como por los demócratas y por los republicanos. Y no digamos por las fuerzas obreras, agrupadas en la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), controlada por los anarquistas.
. El resto de partidos (unionistas, progresistas -que desaparece-, etc.) estaban divididos y Amadeo no fue capaz de agruparlos. La coalición y los gobiernos se desunieron unos tras otros. Sagasta y Serrano se suceden en el gobierno, hasta que el estallido de la nueva guerra carlista y los problemas de orden público llevan a Serrano a pedir al rey la suspensión de las garantías constitucionales (libertades). La negativa de Amadeo originó la dimisión de Serrano; sustituido por Ruiz Zorrilla, que ganó las nuevas elecciones con el Partido Radical (nueva facción escindida de los progresistas).
El final del reinado tuvo su origen en la insubordinación de los oficiales de Artillería: Zorrilla presentó un decreto al rey para disolver dicho cuerpo, pero eso conllevaba un doble problema para Amadeo: si firmaba, se enemistaba con los militares; y, si no lo hacía, con los escasos políticos que le eran fieles. De modo que presentó su renuncia en febrero de 1873.
8.3.5.- La Guerra carlista
Sería el último intento de los sectores tradicionalistas para hacerse con el trono. La caída de Isabel II renovó las esperanzas del carlismo, un movimiento que 30 años después de la 1ª guerra aún tenía adeptos. Durante la etapa de Amadeo, con la esperanza de alcanzar el poder sin la ayuda de las armas, actúa dentro del marco constitucional. En mayo de 1872, aprovechando al creciente impopularidad de Amadeo I y las actuaciones del gobierno contra los intereses de la Iglesia, se reinicia la Guerra y entra en España Carlos VII; pero los carlistas son derrotados y don Carlos tuvo que refugiarse en Francia.
Cuando llegó la República, la Guerra se recrudeció en el Maestrazgo y Vascongada. En 1873 regresa don Carlos y toman Estella, ciudad que convirtieron en capital de un pretendido Estado Carlista. Después pretenden tomar Bilbao, para ganar prestigio y reconocimiento de las potencias extranjeras; pero, tras meses de asedio, las tropas de Serrano les obligan a levantar el cerco. Incapaces de tomar otras ciudades y tras la proclamación de Alfonso XII, su causa perdió el apoyo de sectores más conservadores. En 1876 serán expulsados a Francia, terminando el último intento de los carlistas.

8. 4.- LA PRIMERA REPÚBLICA
Tras
la abdicación de Amadeo, Congreso y Senado (en contra de lo que dictaba la Constitución) se constituyen en Asamblea Nacional y asumen la soberanía. Tras el fracaso anterior, los monárquicos no tienen más remedio que entregar el poder a los republicanos (cuando menos lo esperaban).
. Hay, pues, un cambio sociopolítico: por primera vez en la historia de España, el poder civil se impone al Ejército y a la Iglesia. Además, quieren descentralizar España y apoyar el federalismo.
. Las clases populares tuvieron cierto protagonismo. Pero su idea de la República era más social que política (asociada al mito del “reparto”). El extremismo anarquista dio lugar al cantonalismo.
. Los republicanos se dividieron: los que pretendían instituir una República Federal por la vía revolucionaria, y los que querían hacerlo por la democrática. Esta lucha acabó por desprestigiarles y destruir el sistema. Además, el peligro de disolución social empujo a la República hacia posturas conservadoras (pues la burguesía estaba asustada: agitación, caos, inseguridad, cantones...).
8. 4.1.- Hacia la República Federal
Llenó
el vacío de poder existente, pero continuaban los graves problemas: crisis de Hacienda, la guerra carlista, un ejército inclinado hacia posiciones moderadas, el problema agrario, la falta de apoyo internacional (sólo fue reconocida por Suiza y Estados Unidos) y la creciente radicalización de la lucha social. Por eso, aumentó el temor de las clases propietarias a una posible revolución: en Madrid, la burguesía llegó a organizarse para defenderse del populacho (“Cuerpo de vecinos honrados”), muchos huyeron y numerosos inversores sacaron sus capitales del país. Conozcamos el proceso cronológico e ideológico que tuvo lugar:
· Como decíamos, tras la dimisión de Amadeo, el 11 de febrero de 1873, el Congreso y Senado constituidos en Asamblea Nacional asumen la soberanía y proclaman la República. Figueras fue elegido primer presidente, ayudado por un gabinete de republicanos en coalición (Pi i Margall, Castelar, Salmerón, etc.).
Pero, además de los problemas ya señalados, existía una gran incongruencia: una República bajo una Constitución monárquica. Por eso, urgía convocar Elecciones Constituyentes, que elaboraran una nueva Constitución.
Toman la iniciativa un grupo de republicanos radicales, que se enfrentan al poder y anteponen los intereses de su partido a los nacionales, intentando sublevarse; siendo frenados por el Ministro de la Gobernación, Pi y Margall. Entonces, los republicanos federales se quedan solos y adoptan medidas populares que no había adoptado la monarquía democrática: la concesión de una amnistía, supresión de los consumos y la desaparición de las quintas (pero nunca serán puestas en práctica…).
En mayo de 1873 se celebran esas Elecciones a Cortes, con el objetivo de elaborar una estructura federal del Estado (pues eran los que mandaban…). Sin embargo, la abstención fue mayoritaria: por el retraimiento de los partidos tradicionales (los alfonsinos de Cánovas, constitucionalistas de Sagasta y radicales de Ruiz Zorrilla), el rechazo a la participación política de los anarquistas, e incluso del pueblo (desanimado por la no aplicación de medidas sociales concretas).
· Vencen pues los federalistas y, reunidas las Cortes en junio, se proclama la República Federal. Figueras abandona el poder y nombran presidente a Pi i Margall.
En este breve período se redacta el proyecto de la Constitución Federal de 1873, precipitada e innovadora: soberanía popular (la 1ª que lo menciona claramente), gran independencia del Poder Judicial, intenta solucionar el problema colonial con la asimilación de Cuba y Puerto Rico como estados de la nación española y la regulación de otros enclaves coloniales, pretende conformar una estructura territorial integrada por 17 estados federados (algunos se correspondían con los viejos territorios históricos, como Cataluña y Extremadura, mientras que se establecen otros con criterios menos claros; pero se trataba de liquidar la estructura centralista impuesta por los moderados y dar paso a un sistema descentralizado y democrático), y presentaba incluso un cuarto poder denominado “poder de relación” (reservaba al presidente de la República las facultades de nombrar al jefe del poder ejecutivo, como si de un monarca constitucional se tratara).
Pero, en contra de lo que cabría esperar, en lugar de pacificación creció la inestabilidad:
- Los federalistas insisten en sus objetivos y surge el levantamiento cantonal (sobre todo en Cartagena, en el mes de julio, y en otros lugares de la costa mediterránea), que se niega a reprimir Pi i Margall (porque era federalista). Además, los obreros apoyan este movimiento, especialmente el sector anarquista (aunque no tanto como se ha escrito); por lo que se convierte en un problema político-social, con marcado tinte popular y revolucionario.
- No se solucionan los problemas sociales.
- Se hizo más intensa la guerra carlista, que se extiende a Cataluña.
- En un mes tuvo que formar tres gobiernos
Debido al cariz de la situación, por las causas señaladas y ante la necesidad de controlar tan graves problemas, se produce un giro del régimen hacia la derecha.
8.4.2.- El giro de la República hacia la derecha
· Renuncia, pues, Pi y Margall; y la única salida que le queda a la República es la de controlar el orden público. Tras la elección de Salmerón como presidente el 18 de julio, éste encargó a los generales Pavía y Martínez Campos la pacificación del área andaluza y levantina, Paradójicamente, el ejército que había pretendió marginar se convertía de nuevo en el instrumento de su salvación.
De 1873 a 1874, los cantones fueron cayendo; a la vez que la República perdía atractivo para las clases populares y lo ganaba para los sectores burgueses y financieros, que veían cómo se alejaba el peligro revolucionario. Como consecuencia de esta contradicción entre libertad y autoridad, dimite Salmerón, que se negó a firmar penas de muerte consideradas imprescindibles para mantener el orden.
· Se hace cargo de la presidencia Castelar en septiembre; y, con el giro definitivo hacia la derecha, se revistió de poderes extraordinarios que le permitieran suspender las Cortes y recortar las libertades. Esta posición provocó la aparición de dos posturas: por un lado los intransigentes, mayoritarios en las Cortes, que querían que la República se orientara hacia la izquierda; y, por otro, los antiguos radicales, partidarios de estabilizar la situación como única salida del régimen.
8.4.3.- El fin de la República
Cuando Castelar
fue derrotado por una moción de los intransigentes, el general Pavía (partidario de los segundos), se apresuró a disolver las Cortes, poniendo fin a una República (3 de enero de 1874) que nunca tuvo legitimidad constitucional. Y prosigue la precariedad institucional…
Tras esto, Pavía entregó el poder a un grupo de políticos participantes en la Revolución de 1868 y que había destacado por su protagonismo durante la primera fase del Sexenio. Conceden la presidencia a Serrano y se nombró un gobierno integrado por antiguos monárquicos, ante la negativa de los republicanos de Castelar a colaborar con Serrano. Tampoco Cánovas, partidario de Alfonso XII le apoya; al igual que las clases conservadoras, que también se inclinan por el futuro rey. A lo largo de 1874, estos sectores conspiran a favor de la Restauración: terratenientes, banqueros y muchos políticos están convencidos de que sólo una reorientación autoritaria salvaguardaría sus intereses.
Mientras, Serrano refuerza el orden público: disuelve la AIT, acaba con el problema cantonal, con la Guerra Carlista (en la que participa personalmente) y refuerza el aparato militar. Aunque no logra estabilizar su régimen autoritario; de modo que, a finales de 1874, la totalidad de la clase política pensaba en la Restauración: aunque se dudaba de la vía a seguir, si la militar o la civil.
Cánovas se inclinaba por la civil, o acción política. Pero los acontecimientos se precipitan al pronunciarse Martínez Campos en Sagunto a favor de la monarquía. El gobierno de Madrid, al comprobar que el nuevo movimiento contaba con el apoyo de los militares, no opuso resistencia y se consumaba la Restauración.

RESUMEN:Política, econmía ysociedad en el siglo XIX


1. La Guerra de la Independencia: precipitó crisis monarquía absoluta y dio lugar a reformas del A.R. Internacional, guerra civil, crisis política
Desarrollo de la Guerra: Primera fase: Sublevación de Madrid. Sitios de Gerona y Zaragoza. guerrillas
Segunda fase: (1808-12) dominio francés con Napoleón al frente
Tercera fase: (1812-14) declive de Napoleón en Europa. Apoyo inglés
Evolución política: La Juntas (nuevo tipo de autoridad de origen popular.) y afrancesados
Consecuencias: Crisis económica y social. Militarización de la política. Exilio, caudillismo

2. Las Cortes de Cádiz, convocadas por Junta General, nuevo régimen político. Absolutistas. Liberales y jovellanistas
La Constitución de 1812: origen popular, extensa, muy rígida en modif..
Principios: soberanía nacional, división de poderes, representantes de la nación, limita poder monarquía, monarqu. Constitucional, derechos de ciudadanos –imprenta- sufrag univers. Masculino. No señoríos, desamortiza. Supresión Inquisición
El liberalismo: constitución, división de poderes, sufragio censitario, gobierno respons. Libertades indiv.
- Moderados: soberanía compartida: corona-cortes; corona + atribuciones; sufragio restringido (riqueza y formación) libertad=seguridad, centralismo, Iglesia; bases sociales: burguesía enriquecida y aistocracia
- Progresistas: soberanía nacional cortes + atribuciones; sufragio menos restringido; derechos + amplios (imprenta y asociación) bases sociales + populares algunos revolucionarios

3. Fernando VII y la vuelta al absolutismo. Restauración europea. Antiguo régimen (1814-20) exilio.
Trienio Liberal (1820-23) Pronunciamiento de Riego. Desarrollo Consti. 1812. Suprime Inquisición. Desam.
Década Ominosa (1823-33) reformismo moderado y técnicas. Oposición

4. La Desamortización: acto jurídico, los bienes de manos muertas libres para ser vendidos. (Eclesiásticos y municipales) Mendizábal. Espartero. El estado se apropia de estos bienes y saca a subasta. Compromiso de contribuir al culto. Objetivos: asentar propiedad indv. Fondos para remediar déficit, fondos para guerras carlistas. Consecuencias: poca afección a los latifundios, más superficie cultivada y mejora economía.

5. La oposición al sistema liberal: la primera guerra carlista. Muerte de Fern VII, enfrentamiento partidarios su hermano Carlos y los de su hija Isabel. D. Carlos apoyado por absolutismo y reina por liberales. Carlistas fuertes en Navarra y país Vasco, defensa fueros 1ª guerra: 183-39. Espartero firma Convenio Vergara. Pero conflicto en todo el XIX
Isabel II: Regencias Mª Cristina y Espartero. Reina: Década Moderada, Bienio Progresista. Moderada

6. La evolución económica: agricultura, industrialización y ferrocarril, modernización económica. reforma agraria liberal: abolición del régimen señorial, cambió tenencia y explotación de la tierra. No afecta a propiedad. La desamortización. Incremento de la producción, cereales y vid. Industria, escasa iniciativa, poco desarrollo demográfico, dependencia tecnológica y de capital (fracaso de revol. Industrial en España)
Industria textil. Pérdida de colonias econom. Proteccionista. Ind. Siderúrgica con obstáculos por mercado insuficiente y energía cara. Minería, muchos recursos, pero falta de capital y tecnología y escasa demanda. Se abrió minería a capitales y técnica extranj. Y exportación. Transportes deficitarios afectan a economía, el desarrollo del ferrocarril importante como refuerzo del sistema capitalista (pasa de industrial a financiero al tener que financiar construcción del ferrocarril. Mejor control del territorio por el Estado. Capital extranj y nacional. Construcción con escándalos. Desigualdades industria-ferrocarril. Mejoras en el sistema financiero

7. El Sexenio democrático: la gloriosa, Amadeo I y la I República revolución de 1868 integrada de todas las fuerzas políticas frente a Isabel II. Causas: Descrédito monarquía, ideario democrático y secular, crisis agraria y financiera. Convocan Cortes Constituyentes. Insurrección militar. Juntas. Gobierno provisional: libertades básicas (religiosa) medidas económicas (no consumos) elecciones
Consti. 1969 discutieron tipo de régimen – monarqu o repúb.- soberanía nacional en Cortes, sufragio universal, declaración grande de derechos y libertades, descentralización administrativa y judicial.Regencia Serrano.

8. Amadeo de Saboya entre otras alternativas, como rey constitucional pero fuerzas políticas incapaces de asegurar estabilidad. También oposición política y social, nueva guerra carlista, insurrección cubana, escaso apoyo del rey, que abdicó y proclamaron la Asamblea Nacional la Primera República, poco apoyo y división de políticos entre unitarios y federalistas. Proyecto de Constitución república federal que no se aprobó. Evolución mas conservadora.