sábado, 26 de noviembre de 2022

Ecce Homo

 

Ecce Homo

Andrea Mantenga 1500

Temple sobre lienzo 54x42 cm

Mister Jacquemart-Andre, Paris


La obra de Andrea Mantegna (1431-1506) ha sido tachada de aséptica, pero algunas de sus imágenes de la Virgen y el Niño son profundamente conmovedoras, al igual que esta representación de Cristo. Fue pintada hacia el final de su vida, en la cumbre de su reputación. Mantegna, niño prodigio educado en un ambiente artístico e intelectual tan estimulante como el de Padua, puso en prácticas sus influencias formativas como pintor oficial de la corte de Mantua. En esta imagen de la crucifixión se inserta en una de las tradiciones del arte cristiano de la época, la del ecce homo (en latín "he aquí el hombre", la respuesta que se atribuye a poncio pilatos cuando los judíos le pidieron que crucifícase al Mesías). Estas pinturas suelen centrarse en la cabeza o el torso de Jesús, que lleva una corona de espinas, y que en muchos casos aparece con una soga al cuello, las manos atadas y marcas de azotes. Lo habitual es que mide compasivamente a sus acusadores. Todo ello aparece en el cuadro, pero mantengna como en tantos otros casos, le da un toque personal mediante el uso de los colores claros, formas bien definidas y un dominio excepcional de la organización espacial. Los rostros crueles que rodean a Cristo casi no caben en el cuadro. Triangulando a los acusadores detrás de Jesús, Mategna hace que parezcan más malvados y Cristo más triunfante e intocable. La expresión triste de Jesús contrasta al máximo con las miradas penetrantes de los otros personajes. Mantengna influyó profundamente en el Renacimiento, sobre todo en su cuñado Giovanni Bellini y en el pintor alemán Alberto Durero.

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