[Invierno 1939 / octubre 1946]
Pierre Bonnard
(1867, France - 1947, France)
“No se trata de pintar la vida sino de hacer que la pintura viva”. (Bonard)
L'Atelier au mimosa es una de las últimas grandes pinturas realizadas por Pierre Bonnard después de su último traslado a Le Cannet, en la Côte-d'Azur, en 1939. El pintor aquí da a su estudio una asombrosa impresión de espacio, por muy estrecho realidad. El cruce de las líneas de la cubierta de cristal y la barandilla del entrepiso desdibuja la relación entre interior y exterior. Tan deslumbrante como el sol en el frío del invierno, la mimosa en flor irradia toda la composición. Mientras que en la parte inferior izquierda, flota, como un fantasma, el rostro de Marthe, su esposa fallecida en 1942.
Análisis
En 1925, Bonnard había comprado una modesta villa de paredes rosadas, Le Bosquet, en Le Cannet, para pasar allí los inviernos. Allí se instaló de forma más definitiva en 1939. El propio estudio, situado en el primer piso, es muy estrecho, partido en dos en su altura. Es en la parte superior, el entresuelo, donde Bonnard se pone a pintar. El único lujo es el techo de cristal, donde brilla el paisaje, la vista del exuberante jardín y los techos del pueblo de abajo.
Bonnard pintó una primera versión de esta vista de estudio hacia 1930. Podemos distinguir mejor el estrecho espacio donde trabaja, frente a la balaustrada, y la ventana ocupa solo una pequeña parte del espacio del cuadro. Mientras que en la segunda versión, preparada con un boceto de 1935, realizada durante el invierno de 1939, retomada y completada en Fontainebleau en 1946, es la ventana, y sobre todo la inmensa mimosa que la llena en tres cuartos, la que forma la parte principal sujeto (cat. rais. IV, n° 1677). Un dispositivo de líneas entrecruzadas (verticales y horizontales de los montantes de hierro de la vidriera, oblicuas del entrepiso en primer término) reencuadra y multiplica la masa móvil y dorada de la mimosa en flor, semejante a un cabello. Tratada en escamas de color intenso, prolongada por las manchas rojas y verdes brillantes de árboles y techos, la aparición luminosa, tan deslumbrante como un sol en el frío del invierno, reverbera en la pared contigua en largas rayas multicolores.
Mucho tiempo después de haber sido deslumbrada por ella, la mirada se adapta y descubre, muy abajo a la izquierda, este rostro que parece emerger de la pared, lejano reflejo del vivo esplendor de la mimosa. El rostro de Marthe quizás, muerta en 1942, pero siempre presente, flotando como un espíritu familiar, acecha en esta obra maestra definitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario