La peste
Artista: Gaetano Zumbo
Italia, 1694
Título original: Teatrino: effetti della peste
Museo: La Specola, Florencia (Italia)
Técnica: Escultura (37 x 42,5 x 54 cm.)
Diorama macabro.
Una macabra caja muestra figuritas de cera a modo de Belén napolitano (los presepi). Pero no hay pastorcillos aquí, ni ovejitas. Estamos en lo más profundo del crudo Barroco y lo que artistas como Gaetano Zumbo nos quieren mostrar —y sus macenas ver— son personas moribundas y cadáveres en todo los estadios de la descomposición. Es el colmo del realismo, llevado al extremo.
Zumbo representa los estragos de la peste en la ciudad. Montañas de cadáveres, algunos en un estado avanzado de putrefacción, se amontonan en las calles. Hasta se muestran recién nacidos infectados.
Eso, sumado al extremo realismo de un escultor con ínfulas de científico, obsesionado por la anatomía, y en especial, la anatomía en descomposición tras la muerte, da lugar a estos morbosos teatrillos, los dioramas de Zumbo, dignos de una película de terror o una portada de disco de Trash Metal.
La cera de abejas, utilizada durante siglos para hacer esculturas, fue la herramienta de este monje siciliano autodidacta obsesionado con mostrar la muerte. El escultor pinta sus ceras para representar los diversos tonos de piel que adquirimos cuando pasamos a mejor vida: desde el rosa de un muerto reciente hasta el azul o el verde oscuro de uno en avanzado estado de descomposición. En algunos de estos detallistas dioramas hasta se pueden apreciar gusanos.
Una vorágine de agonía y dolor, que gracias a esa alquimia llamada arte, hasta se puede calificar como algo bello. Desde luego lo era para el público Barroco, ávido de emociones fuertes.
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