Artista: Ramón Casas
España, 1900
De Ramon Casas, artista barcelonés, se dice que se acomodó en la producción. La modernidad en su pintura fue muy aclamada en un inicio, renovadora de un panorama pictórico español que había quedado atascado detrás de la innovación europea de ritmo frenético. Pero a medida que pasaron los años, Casas dejó de experimentar, y con ello su obra quedó como parte del pasado.
El artista catalán demostró una especie de conformismo, una cierta desgana que a veces parece ser retratada en sus famosas escenas de mujeres recostadas. La pereza es una de esas imágenes de jóvenes burguesas que se convirtieron en la marca del pintor.
Observamos una chica de clase acomodada descansando sobre su cama, ligeramente incorporada con la cabeza apoyada en los brazos cruzados, contemplando un punto fijo con poco interés. Su expresión no es de tristeza, ni siquiera de encontrarse reflexionando: aparenta dejar vagar su mente en su absoluta ausencia de emoción. La horizontalidad del cuadro y los tonos apagados, junto con la pincelada distraída, contribuyen a esa sensación de letargo.
Todos nos hemos revolcado más de una tarde de domingo en la desgana de la joven del cuadro: es para nosotros un estado de ánimo mundano, de ninguna manera especial. Sin embargo, el aburrimiento democratizado en los años finales del siglo XIX era una completa revolución. En las familias burguesas había crecido una generación de jóvenes que, por primera vez fuera de la realeza, gozaban con el privilegio de la desmotivación, la libertad y la indecorosidad. Aunque hoy día la mandra (pereza) nos parezca indeseable, intrínseca de la rutina, poder experimentarla es en realidad un privilegio y supone la posesión de nuestro propio tiempo. Es ese totalmente nuevo acceso a la comodidad y a la holgazanería, indicador de una sociedad cambiante, lo que Casas quería retratar.
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