viernes, 19 de enero de 2024

Edgar Degas En un café (Absenta)

 

Edgar Degas

En un café (Absenta)

1875-1876

Oleo sobre tela 92x68 cm

Museo de Orsay, Paris

Edgar Degas tenia fama de sentirse muy a gusto con las mujeres de su misma clase, pero también se sentía fascinado por las mujeres de una extracción social más baja, por el modo en que estas se vestian y se comportaban entre si, en su ambiente social. Este interés resulta destacable en las pinturas que realizó a principios de la década de 1870, obras como Mujer planchando (1873), En un cafe (1875-18760, Lavanderas llevando la colada a la ciudad (1876-1878), La clase de baile (1880) y En Milliner (1882)

En la pintura En un café, Degas realiza uno de sus famosos retratos de la vida cotidiana. Persuadió a dos amigos suyos, la actriz Ellen Andrée y su colega Marcellin Deshoutin, para que posaran para él. A la desenvoltura de Andrée, la actriz, cabe contraponer cierta incomodidad por parte de Desboutin. No obstante, la composición resulta sorprendentemente original y convincente y sin duda, el autor no habria podido idearla en un estudio y obtener los mismos resultados El modo en que la etérea geometria de las mesas sirve para situar a la mujer, una de ellas casi pellizcándole el estómago, es el vivo reflejo de la realidad. Pero la pintura también tiene una poderosa dimensión psicológica. Quizá los dos protagonistas han salido juntos a dar una vuelta por la ciudad, pero lo cierto es que se prestan muy poca atención. Están perdidos en su propio mundo. La mujer parece distraída y el hombre está inclinado hacia delante y mira a otra parte, aunque, al parecer, sin segundas intenciones. Como metáfora, Absenta parece implicar que existe algo más al margen de la bebida en si un estado mental, quiza, o incluso una manera de ser Y esta interpretación más general y metafórica cobra mayor peso debido a la atmósfera de color que todo lo impregna, en la que los distintos tonos de negro se contraponen con los blancos crema, los amarillos pálidos y los verdes translúcidos en una imitación colorista, quizá algo delirante, de la bebida de la que el cuadro toma su nombre. Degas situó los componentes aislados de esta cautivadora imagen con extrema precisión. Nos vemos obligados a mirar más allá, a través de las cosas, a desviar nuestra atención hacia atrás y hacia delante, entre el espacio real y el reflejado. Esta inquietud inducida nos ayuda a comprender el tema porque hace hincapié en la interioridad estática de la mujer. Y su aislamiento psicológico aumenta con el empleo del periódico que cierra el espacio que existe entre las dos mesas de la izquierda.

Mujer planchando, 1873. 

Oleo sobre lela 53 x 39cm

Muteo Metropolitano de Arte

Nueva York

En Milliner, 1882.

Pastel sobre papel vitela

75.5 x 85.5cm 

Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

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