domingo, 3 de julio de 2022

Tríptico de Navidad

 

Tríptico de Navidad

Navidad surrealista.

Retrato del artistaLeonora Carrington

Reino Unido, 1989

Título original: Nativity (triptych)

Museo: MCA, Chicago (Estados Unidos)

Técnica: Óleo (60,6 x 137,8 cm.)

Escrito por: Miguel Calvo Santos

Leonora Carrington se crió en una familia muy, muy católica. Y de niña estudió en varias escuelas de monjas de las que fue sistemáticamente expulsada por su actitud rebelde.

Una mujer así no tenía lugar en estrictas instituciones para señoritas católicas inglesas. Leonora estaba más a gusto pintando y escribiendo sus extrañas ideas, y sabía que estas serían bien acogidas en París a donde se fugó a los 19 años.

Ahí Leonora conoce a Max Ernst, 26 años mayor que ella, y se rodea de la flor y nata del surrealismo europeo. Así inicia una carrera como artista surrealista. Sus padres no verían con buenos ojos ninguna de estas decisiones y no se lo perdonarían jamás, haciendo gala de muy poco catolicismo.

En 1940 Ernst es capturado y enviado a una campo de concentración. Carrington consigue huir de Francia y después a la muy, muy católica España, donde vuelve a tener problemas con las instituciones religiosas. En este país, gobernado por el nacional-catolicismo de Franco, fue violada por una manada de requetés, anestesiada e inmediatamente recluida en un hospital psiquiátrico de Santander donde la diagnosticaron como «irremediablemente loca». Su padre estaba al corriente del internamiento.

Recomendamos desde aquí su libro Memorias de abajo, donde la pintora relata con pelos y señales sus escalofriantes experiencias en esta institución psiquiátrica de la España fascista, en la que pasó medio año de infierno bajo el yugo y las flechas del psiquiatra psicópata Luis Morales, amigo por cierto de Mengele. Por si quieren saberlo, hoy en día existe un parque en Santander con el nombre de este buen doctor. A la Carrington ni una placa.

Por suerte, Leonora consigue escapar a México y ahí va recobrando poco a poco el juicio arrebatado en España. Ahí lleva a cabo su brillante carrera como pintora y escritora. Con el tiempo parece incluso que vuelve a reconciliarse con la religión, tan presente en la cultura mexicana.

En los últimos años de su vida pintó este tríptico sobre el nacimiento de Jesús, aunque por supuesto adoptándolo a su personal lenguaje visual abarrotado de personajes oníricos y criaturas fantásticas. Un bestiario fascinante y sugestivo típico de la artista, donde figuras animalizadas adoran al Mesías como si fueran humanos. Un Belén surrealista (o más bien carringtoniano) que bebe de los trípticos medievales o renacentistas propios de El Bosco y de sus opiniones y vivencias personales relacionadas con su antigua enemiga: la religión.

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