Los arqueólogos hallan un crematorio del siglo I en la antigua ciudad de Caraca.
Una gran pira funeraria romana a orillas del Tajo
El solitario cerro de la Virgen de la Muela, en Driebes (Guadalajara), a orillas del Tajo, estaba coronado inicialmente por un oppidum carpetano (asentamiento fortificado) y terminó convirtiéndose en la ciudad romana de Caraca, que lleva más de 400 años asombrando a los expertos. En 1597 se descubrió en su ladera meridional un conjunto de objetos de plata prerromanos y en 1945 se halló otro formado por lingotes, torques, tortas de fundición, fibulas, brazaletes, anillos y monedas, todos de plata y fechados en el siglo III a. C. Pero lo notable son los hallazgos que desde los ochenta se suceden en el interior de esta ciudad romana de ocho hectáreas. El último es la excavación de un ustrinum (edificación destinada a incineraciones) del siglo I y que incluye los restos de dos personas muy notables de la población. La construcción cubría 80 metros cuadrados una de las mayores localizadas del Imperio Romano y no estaba cubierta. En su interior se han hallado también los ungüentarios con los que se lavaba a los muertos, restos óseos de animales sacrificados y cerámicas.
Caraca era una ciudad que se alzaba a mitad de camino entre Complutum (actual Alcalá de Henares) y Segóbriga. Fue conquistada por Sertorio en el año 77 a. C. al hilo de las guerras civiles romanas. Aunque la citaron Ptolomeo y el Anónimo de Rávena, no fue hasta 2016 cuando se tuvo plena constancia de su ubicación. Gracias al georradar y a los vuelos de dron se localizó el foro, su acueducto de tres kilómetros y elementos militares de la campaña de Sertorio. En 2021, se halló lo que parecía ser un edificio funerario en sus afueras, que ahora el estu-dio Un ustrinum romano en Caraca de Emilio Gamo, Javier Fernández Ortea, Macarena Bustamante, Saul Martin, Santiago David Domínguez y Alejandro González Blas-describe en la revista Anas, del Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida.
Excavado el año pasado, el ustrinum es un edificio de planta rectangular de 8 por 10 metros, de anchos muros de un metro de grosor y que fue construido junto a vía Complutum-Cartago Nova. En la actualidad, la estructura del edificio está completamente arrasada. En lo que era el interior del crematorio, se ha descubierto una gran mancha de ceniza sobre la que se localizaron fragmentos de vidrio romano deformados por las altas temperaturas, cerámica común romana y pintada de tradición indígena, así como fragmentos de clavos de hierro, maderas y adobes quemados. El ustrinum incluía dos fosas, de unos 2,5 metros de longitud, donde fueron incineradas dos personas.
"Creemos", afirma Gamo, "que el área central estaba destinada a albergar la pira funeraria. Probablemente los restos humanos que hemos encontrado en esta excavación fueran los restos no seleccionados de, al menos, dos cremaciones humanas". Los romanos, tras quemar los cadáveres, apagaban el fuego con agua y vino, recogían los restos óseos calcinados y los enterraban en una urna, pero siempre podían quedar algunos en el suelo.
Los materiales arqueológicos localizados en esta estructura funeraria se caracterizan por ser una hibridación entre tradiciones locales y las romanas, según el informe. Como el cerго fue ocupado desde el Paleolítico, los expertos han hallado también 14 piezas de sílex, elementos carpetanos de finales de la Edad del Bronce y principios de la del Hierro. Pero, además, se han identificado restos óseos de animales, todos quemados en la misma pira como parte de un ritual.
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