Marc Chagall
Bielorusia, 1887–1985
Marc Chagall fue uno de los artistas más inclasificables de los primeros años del siglo XX. Evidentemente su obra tiene mucho de surrealismo, pero su personalísimo uso del color y las formas lo vinculan al expresionismo ruso y al cubismo que descubrió en Francia, país que lo adoptaría.
Chagall es pues, uno de esos artistas difíciles de ubicar en un estilo concreto, aunque son visibles (por no decir explícitas) sus influencias, que él mezcla natural y elegantemente.
El artista nace en una aldea bielorrusa, pero cuando descubre su vocación siente la necesidad de viajar a París, donde entra en contacto con las primeras vanguardias. Regresa a Rusia y participa activamente en la Revolución Rusa pero acaba volviendo a París, donde se reúne con otros artistas emigrados judíos como Modigliani.
Su obra fluctúa entre realidad y fantasía, entre los símbolos del folclore popular ruso y el subconsciente. La infancia es la fuente de la que bebe y su obra está teñida de melancolía y recuerdos de su niñez, cuando era realmente feliz.
Su origen judío lo hizo profundizar en la tradición de su pueblo así como en las costumbres de su Bielorrusia natal, pero este gusto por la tradición ancestral no impidió que abrazara todo tipo de vanguardias para conseguir un estilo personal e inclasificable.
El arte es el esfuerzo incesante por competir con la belleza de las flores… sin triunfar jamás.
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