jueves, 8 de febrero de 2024

Edouard Manet El bar del Folies-Bergère

Edouard Manet

El bar del Folies-Bergère

1881-1882

Óleo sobre tela 96x130 cm

Instituto y Galeria de Arte Courtauld Londres

Descrita como la última pintura de la magnifica producción de Manet (el artista murió en 1883, al cabo de un año de concluirla), se considera que El bar del Folies Bergère fus su última palabra sobre el problema que le mantuvo ocupado toda la vida: la relación, en el ámbito de la pintura figurativa, entre la realidad y la ilusión. Con el tiempo, este cuadro ha ido generando una abundante literatura sobre el tema porque los historiadores del arte han intentado encontrar una explicación al aparente desplazamiento entre la camarera y el reflejo que tiene detrás y el curioso aspecto velado del cliente o espectador que aparece en el extremo superior derecho del cuadro Sin embargo, son pocos los eruditos que han intentado hacer una interpretación alegórica y representativa de la pintura que sea omnicomprensiva. La obra consiste en tres capas (o zonas topográficas) sobreimpuestas de realidad: la zona del bar que encuadra el margen inferior de la pintura, la de trabajo de la camarera y el área ilusoria del espejo que está detrás. Los tres espacios son de transición y en ellos se establecen distintos tipos de intercambios: material, social y espectral. En el ámbito espectral del espejo, los objetos reales son llevados al espacio de lo ilusorio, la realidad se da la mano con lo quimérico. Situada en el centro de su propio espacio, la camarera se dirige al espectador-cliente un poco desde arriba y un tanto indirectamente. Su mirada no es la mirada retadora de una Victorine Meurent en Olympia, de Manet, y su reflejo sugiere, sin duda, que el caballero cliente tiene la sartén por el mango. De hecho, el cuadro contiene varias presunciones pictóricas de esta clase (pequeños matices de significado) que minan cualquier intento de simplificar la interpretación de la imagen. Además, Manet crea un enfoque absolutamente erróneo que altera la coherencia espacial del cuadro. El reflejo del espejo, según parece, muestra un paralaje (está apartado a un lado) que desestabiliza la posición del espectador que contempla la obra y convierte el universo ilusorio y reflejado en algo más sólido que el mundo real Manet tenia la intención de pintar un cuadro sobre la historia moderna una pintura con dos niveles distintos de interpretación, el directamente descriptivo y el alegórico. Una interpretación alegórica de El bar del Folies Bergère es la que representa el Paraiso y la pérdida de este. El espejo que alcanza hasta el techo representa a los parisienses actuando (un mundo nocturno de alegria y desinhibición), mientras que la camarera completamente vestida es la figura caida de Venus que se refleja en el espejo con arrepentimiento, condenada para siempre a ser una espectadora y jamās un miembro integrante de los placeres de la noche.

El impresionista reticente

Aunque a Manet se le considera un miembro relevante del grupo impresionista, lo cierto es que nunca se comprometió del todo con sus miembros en el aspecto teórico. Más próximo a Degas que a los demás artistas del movimiento, Manet nunca estuvo convencido, como Degas, de la eficacia de trabajar directamente con el motivo. Como experimentado pintor del Salon, respetaba la magnifica tradición de la pintura francesa y no queria perder el contacto con ella aunque se dedicara a añadirle elementos nuevos. Es muy significativo el hecho de que nunca expusiera con el resto del grupo. 

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